Desayunos de tenedor y cocina a fuego lento
El Bressol de Miralcamp apuesta por recetas tradicionales. Un negocio familiar con más de veinte años de trayectoria

El Bressol de Miralcamp, un negocio familiar que combina tradición, sabor y cercanía. - J.GÓMEZ
Hay negocios que se convierten en parte de la vida cotidiana de un pueblo. Son lugares donde el café de la mañana va acompañado de nombres conocidos. El Bressol de Miralcamp es uno de ellos. Abrió en el año 2003, cuando los padres de Esther Millán compraron una antigua casa y la transformaron en una pensión y bar-restaurante. “Mi madre se jubiló hace un año, y desde entonces soy yo quien lleva el timón”, explica Millán. Hoy, El Bressol recibe clientes desde las seis de la mañana, cuando los primeros trabajadores hacen parada antes de comenzar su jornada laboral. “Nos gusta que la gente empiece el día contenta. Pasa, toma su café y se va con una sonrisa”, cuenta Millán.
Lo que ha hecho popular a El Bressol son sus desayunos de tenedor: rabo de toro, estofado de ternera o de ciervo, carrilleras o codillos, platos de cocción lenta que requieren tiempo. “Son recetas que ya casi no se hacen. Aquí las mantenemos, y la gente lo agradece”, explica Millán. También ofrecen menús concertados para encuentros especiales y platos para llevar, muy solicitados por personas mayores del pueblo. Además, El Bressol mantiene abierta una pensión con cinco habitaciones.
El negocio se sostiene con la ayuda de miembros de la familiar: sus hijos Pau y Gerard, la novia de Pau, Laia, y las trabajadoras Magda e Isabel. “Somos una familia y un equipo. Sin ellos, nada de esto sería posible”.