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MÚSICA

Lleida da una lección a todo el mundo con la Setmana Morales

A esta conclusión llegó ayer el público de una clase magistral de Ramón Andrés, posiblemente el intelectual más sólido del Estado

Ramón Andrés, anoche durante su conferencia, junto a la directora del Museu de Lleida. - JORDI ECHEVARRÍA

Ramón Andrés, anoche durante su conferencia, junto a la directora del Museu de Lleida. - JORDI ECHEVARRÍA

Josep Grau

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El Museu de Lleida y la Fundació Horitzons 2050 han dado una lección a todo el mundo con la organización de la Setmana Morales, centrada en la figura del genial polifonista renacentista e inaugurada anoche por el filósofo, poeta y músico Ramón Andrés, posiblemente el intelectual más sólido del Estado. 

Andrés situó la obra de Cristóbal de Morales en el marco de la reacción que se dio ante la exasperación del yo iniciada con la modernidad en el siglo XVI. La obra de Morales, como la de todos los polifonistas brillantes, “es una música para ser habitada”, explicó Andrés. De configuración arquitectónica, “ocupa todos los espacios, o mejor los crea”, y ofrece al oyente un lugar en el que poder estar cuando deje de ser. Porque la exacerbación del yo que se inició hace 5 siglos con la modernidad, se acentuó con una Ilustración “que declaró sobreseído” todo tiempo anterior y ha llevado al desconcierto del siglo XXI, se produce ante la imposibilidad de la mujer y el hombre modernos de enfrentarse a la nada. Occidente ha reacccionado ante ella con el nihilismo porque ha olvidado la propuesta que plantearon hace cinco siglos el misticismo y la polifonía. 

Una propuesta que no permitía ser en la nada, “pero sí, quizás, estar”, porque el silencio místico y la polifonía renacentista “se pueden habitar”. Estas dos reacciones se dieron en un contexto de “espiritualidad secreta” en el que vivían las familias conversas –moriscas o judías– que debían cambiar en público sus hábitos pero mantenían sus religiones en casa. Juan de la Cruz era de una familia de tejedores, y por tanto conversos, que eran pobres de solemnidad, y quiso ser cartujo o carmelita para huir de las altas esferas eclesiásticas. 

Fray Luis estuvo en la cárcel, al igual que Juan de la Cruz, y Tomás Luis de Victoria, el más grande polifonista de su siglo, después de provocar verdaderos ataques de envidia del gran Palestrina en Roma, se retiró treinta años en el monasterio de las Descalzas Reales. Medio siglo antes Cristóbal de Morales, recogiendo el testigo del gran Josquin Des Prés, había escrito una música “que es alma porque es espíritu, como una religión fuera de la conciencia o, quizás más bien, una conciencia que ha diluido el yo y el ego”, los cuales, en el siglo XVI igual que en el siglo XXI, comportan desigualdad porque construyen un mundo competitivo en el que la política da un paso al lado en favor del mercado. 

La música de Cristóbal de Morales “está escrita para el aire, para los ábsides del espacio divino”, entendido este no en un sentido religioso convencional, sino en esa forma de religión alternativa que permite estar en la nada. Una forma de religión que se llevó mal con la cúpula católica, que combatió la polifonía al detectar un exceso de complejidad allá donde había un prodigio de sutileza. Este mundo sublime, al igual que el de Teresa de Ávila, Juan de la Cruz y el resto de grandes místicos, no solo hunde sus raíces en la espiritualidad secreta de las familias conversas; también, explicó Andrés, en el mundo del Maestro Eckhart, el gran teólogo medieval que consideraba que Dios es nada porque en la nada, que es lo que tú no eres, es donde está lo divino, que el lenguaje no ha podido acotar. Pero la música de Cristóbal de Morales sí. 

El público que aplaudió anoche la abrumadora y a la vez diáfana lección de sabiduría de Ramón Andrés, así como todos los habitantes de una Lleida que puede enorgullecerse del milagro de organizar esta Setmana Morales, podrán comprobarlo asistiendo el viernes en la iglesia de Sant Llorenç (o el sábado en Barcelona o el domingo en Pinell) al concierto Mille Regretz del Ensemble Cristóbal de Morales, que les permitirá habitar una nada en la que no podrán ser, pero sí, acaso, encontrar la llave de la eternidad.

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