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Adolescentes sin móvil: el testimonio de familias que no han sucumbido a la presión social del móvil a los 12 años

El movimiento Adolescencia Libre de Móviles, que agrupa a un millar de familias de Lleida, defiende retrasar al máximo la compra de móviles a los adolescentes. Varias madres explican que sus hijos son los únicos de sus clases sin smartphone y argumentan su decisión para protegerlos de los riesgos del acceso libre a internet.

La Patri sostè el seu smartphone davant del seu fill Hugo, de 12 anys, a qui no han comprat mòbil.

Patri sosteniendo su smartphone junto a su dijo Hugo, de 12 años, al que no le han comprado móvil.

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Familias que han decidido no sucumbir a la presión social de comprar a sus hijos un smartphone a los 12 años, cuando comienzan la ESO, defienden su decisión para evitar los riesgos que supone el acceso a internet y esperan alargar esta situación al máximo. Patri Galera relata que cuando este curso su hijo comenzó primero de ESO en el instituto Maria Rúbies, en vez de comprarle un móvil pusieron teléfono fijo en casa y desde este les hace una llamada perdida si cuando llega a casa no hay nadie y “así nos quedamos tranquilos”.

 “Cuando nos pidió un móvil, le explicamos nuestros miedos sobre qué le puede llegar a través de él y le dijimos que aún no está capacitado y que no tendrá hasta los 16. No le vemos ningún beneficio a tenerlo. No se lo tomó mal. Dice que a veces se siente incómodo porque que no tiene, pero ve que no se pierde nada y no se siente excluido. 

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Tiene una aplicación en el móvil de su padre y el fin de semana tiene un rato para mirar mensajes y jugar en línea con la consola”, señala. Añadió que su hermana, que va a sexto de Primaria, tampoco lo tendrá cuando empiece la ESO.

La madre de una niña de 12 años que cursa primero de ESO en el mismo instituto explica que su hija es la única de su clase sin móvil. Indica que el pasado curso ya le dejaron claro que no le darían uno. “La llevamos y la venimos a buscar, por lo que no lo necesita”, afirma. Aunque dice que “ella lo quiere”, cree que “lleva bastante bien” no tenerlo. 

Puntualiza que si quiere llamar o contactar con amigas, le deja el suyo, y añade que su intención y la de su pareja es no facilitarle uno hasta que consideren que tiene la madurez suficiente para utilizarlo. Es partidaria de prohibir por ley el móvil hasta los 16 años o una edad similar, indicando que “no deja de ser una droga, pero en vez de tomarla la llevamos siempre en la mano y no la soltamos”. También atestigua que la presión por tener un móvil empieza mucho antes de la preadolescencia. “Tenemos otro niño de 8 años y va loco por tener uno”, señala.

Otra madre señala que a su hija, que cursa segundo de ESO en el Joan Oró, le había anunciado que le regalarían el móvil en enero, cuando cumple 14 años, “pero nos hemos animado a aguantar un poco más”. Revela que su hijo mayor, de 16 años, lo tuvo a los 12 y, “aunque era maduro y sensato, tuvimos que gestionar algunos episodios de 5 o 6 horas seguidas de móvil, por eso creemos que cuando más tarde lo tengan, mejor”. “Con su hermano pequeño lo haremos igual”, asegura. Cree que los padres “estamos cometiendo una negligencia” dando smartphones a los adolescentes y prevé que a su hija quizás le acaben comprando en verano un teléfono solo para hacer llamadas.

Esto es precisamente lo que ha hecho Laura Navarro con su hijo de 11 años (sexto de Primaria): le compraron un móvil Telefunken de 19 euros con el que solo puede llamar a los números que le ha grabado. “Cuando sale se lo lleva en la riñonera y nosotros le llamamos, por ejemplo, para avisarle de que no habrá nadie en casa cuando llegue”, relató. Añadió que el próximo curso, cuando tendrá que desplazarse en bus hasta La Granadella para ir al instituto, tampoco tendrá smartphone porque “no lo necesita”. 

Destacó los peligros de las tecnologías para los adolescentes, “como el bullying, que te persigue hasta el bolsillo del tejano”, y añadió que en casa restringen el uso de la tablet y la consola. Reconoció que “nadar a contracorriente en un tema tan social como este, porque todo el mundo tiene un smartphone, a veces es un muy cansado y tendremos que batallar año tras año”. Dijo que su hijo pequeño, que va a segundo de Primaria, “ya lo pide”.

Un experto aboga por no darlos antes de los 16 años

Javi Salvador, coordinador de la unidad de Hospitalización Infantil y Juvenil de Salud Mental del hospital Santa Maria, no es partidario del smartphone hasta los 16 años porque antes los adolescentes no tienen la madurez suficiente como para acceder a internet y a las redes sociales sin control, argumentó. Alertó de que el uso de móvil y nuevas tecnologías en la adolescencia va en auge desde la pandemia y subrayó que afecta al sueño y al rendimiento, y que va asociado a problemas de salud mental como depresión, ansiedad o trastornos alimentarios. Apuntó que en las redes aparecen imágenes idealizadas que provocan frustración, baja autoestima y falta de confianza. Subrayó también el riesgo que supone el ciberacoso, ya que quienes lo sufren pueden estar recibiendo imputs negativos las 24 horas. Cree que las familias tienen la responsabilidad de no dar un smarphone a los niños, pero también apostó por articular estrategias educativas y sanitarias y una reglamentación general sobre el uso de esta tecnología por parte de los adolescentes. Remarcó que tratan mayoritariamente a menores de entre 12 y 16 años, aunque ha habido casos de niños de 9 o 10 años enganchados a las redes, usando el móvil de los padres.

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