“Será el apocalipsis”, vaticina un agente de seguridad de un supermercado
Los supermercados que pudieron abrir se quedaron sin reservas de agua y alimentos esenciales como arroz, pasta o legumbres, con estanterías vacías

Los supermercados que pudieron abrir se quedaron sin reservas de agua y alimentos esenciales como arroz, pasta o legumbres, con estanterías vacías.
Un repentino fallo eléctrico afectó ayer en Lleida, Cataluña, al resto de España y Portugal, provocando lo que los expertos califican como uno de los cortes de suministro más graves de los últimos años. La desaparición inesperada de 15 gigavatios, equivaliendo al 60% de la demanda total de la red eléctrica estatal, sumergió varias regiones en un apagón generalizado que generó situaciones de confusión entre la población.
Los efectos de esta crisis energética se hicieron notar inmediatamente a las 12:33 horas, cuando ciudades y pueblos quedaron a oscuras. En Lleida, la mayoría de municipios tuvieron que soportar aproximadamente diez horas sin suministro eléctrico, circunstancia que afectó servicios básicos, comercios y la vida cotidiana de los ciudadanos. "Eso será el apocalipsis", vaticinó un agente de seguridad de un supermercado, mientras el encargado pedía a los clientes que no hicieran provisión excesiva de productos.
Les autoridades todavía investigan las causas exactas de este masivo fallo, que devolvió temporalmente varias regiones en "la época preindustrial", como han descrito algunos afectados. Los técnicos trabajan para determinar qué provocó la caída repentina de una cantidad tan significativa de energía de la red interconectada.
Impacto en el comercio y servicios esenciales
Los establecimientos comerciales fueron de los primeros a sufrir las consecuencias del apagón. Supermercados con sistemas de pago inutilizados, ascensores parados y semáforos apagados generaron escenas de desconcierto. Les comunicaciones también se vieron afectadas cuando las estaciones base de telefonía empezaron a fallar al agotarse sus baterías de apoyo.
Los hospitales y otros servicios esenciales tuvieron que activar sus generadores de emergencia para mantener la actividad, mientras las administraciones locales intentaban gestionar una situación para la cual, según han reconocido, no estaban completamente preparadas.