VIVIENDA
El salario mínimo se queda corto para alquilar un tercio de los pisos en Lleida: resulta prácticamente imposible alojarse por menos de 500 euros
El negocio del arriendo atrae a 10.000 caseros en una década y ya son más de 31.000

Alquilar una vivienda en Lleida por menos de 500 euros mensuales es prácticamente imposible.
La espiral alcista que vienen marcando los precios de la vivienda en los últimos años ha hecho que alrededor de la tercera parte de los pisos y casas disponibles para alquilar en la demarcación de Lleida se ofrezcan por rentas superiores al salario mínimo interprofesional y que resulte prácticamente imposible alojarse por menos de 500 euros.
Los precios mensuales de salida de la tercera parte de los pisos disponbles en el mercado del alquiler de Lleida se sitúan por encima del SMI (Salario Mínimo Interprofesional), fijado para este año en 14 pagas mensuales de 1.184 euros brutos, según puede comprobarse en los portales inmobiliarios.
Del total de los anuncios de alquiler que publican Idealista y Fotocasa para la demarcación, 412 esta semana, 135 (32,7%) superan los 1.200 euros mensuales. No hay nada por menos de 350 euros, salvo para estudiantes, y las posibilidades de alojarse por menos de 500 no llegan a la docena.
Ese dato refleja dos realidades: la carestía que ha contaminado el acceso a la vivienda, para los arrendatarios y los aspirantes a serlo, y, para los arrendadores, la emergencia de un boyante negocio en el que las rentas del capital inmobiliario comienzan a ser más abundantes que las salariales.
En la confluencia entre ambas está emergiendo una tercera realidad que apunta a una avería socioeconómica, ya que esa realidad habitacional se da en un lugar donde el salario medio es de 1.605 euros brutos (22.471 en 14 pagas) según la Agencia Tributaria (dato de 2023) y donde la remuneración media va de los 12.428 a los 17.661 en el sector servicios (11.228 a 15.661 para las mujeres) y se queda en 14.865 en el campo.
Los datos de la conselleria de Territorio de la Generalitat certifican que los precios del alquiler se encuentran en Lleida en los niveles más altos de los últimos veinte años, que a su vez lo son de la historia y que superan con claridad a los de la anterior burbuja inmobiliaria, la que estalló a partir de 2008.
Las medias de los contratos registrados se sitúan en 494 euros mensuales para el conjunto de la demarcación de Lleida, se van a 545 en el Pirineo y alcanzan registros de 774 en Aran, 618 en la Cerdanya, 564 en el Alt Urgell y 534 en el Segrià, claramente por encima en todos los casos del 30% de la renta en el que se recomienda topar el gasto en vivienda. Ocurre en la mitad de las comarcas.
En cualquier caso, el crecimiento demográfico ha situado al alquiler como un negocio atractivo. Y los particulares, animados en muchos casos por la bolsa de vivienda disponible generada al socaire de la pandemia vía herencias, se han sumado de manera clara: según los datos de la Agencia Tributaria, en la década transcurrida entre 2013 y 2023, que es el último ejercicio con datos disponibles del IRPF, el número de caseros que declara esa actividad ha pasado de 20.336 a 31.399, con un aumento de más del 50%.
El negocio declarado también ha crecido por encima del 50% en ese periodo al pasar los rendimientos del capital inmobiliario declarados de 62,27 millones de euros a 99,64.
El rendimiento neto de cada alquiler, una vez aplicadas las desgravaciones por gastos y otros conceptos, se sitúa en 3.173 euros anuales.
El ladrillo genera más de la mitad de las rentas del capital en Lleida
El alquiler de inmuebles genera más de la mitad (57,2%) de la renta que devengan los distintos tipos de capital en Lleida ciudad, donde suman 91 millones de euros de un total de 159. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, anunció ayer en el Parlament que el Govern está diseñando medidas para prohibir las compras de vivienda con fines especulativos. No puede ser, vino a decir, que los rentistas le pongan “un impuesto a la vida” a base de encarecer los alquileres, cuya continua tendencia ascendente se como progresivamente pedazos más grandes de los sueldos de los trabajadores. “Ponemos por delante de todo la vivienda como derecho. Hemos demostrado ambición en las medidas, aunque queremos estudiarlas bien e ir con seguridad”, dijo. Los otros 68 millones de rentas de capital proceden de los rendimientos de inversiones tipo dividendo, presumiblemente más frecuentes en áreas como Ciutat Jardí, la Zona Alta y algunas áreas de La Bordeta, y de los beneficios de los plazos fijos, los fondos de inversión bancarios y el resto de productos de ahorro popular, que parece la causa más probable de su peso en áreas de población local envejecida como Príncep de Viana o Rambla Ferran.
Las rentas del capital en su conjunto suponen más de la novena parte de la renta (11,85%) en Ciutat Jardí, donde suman 13,75 millones de euros. La suma de las que perciben los vecinos es mayor en la Zona Alta y Fleming (24,46), l’Horta (20,92), la Mariola y Joc de la Bola (16,9), La Bordeta y Els Mangraners (23,65) y Balàfia y Pardinyes (17,94). No obstante, solo en las tres primeras zonas supera la media de aportación del 6,35% que se da en el conjunto de la ciudad. La rebasa, con cantidades menores, en otras como el Barri Antic y los Instituts, en Rambla Ferran y en El Clot, zonas con altos índices de vivienda en arriendo.