POLÍTICA JUSTICIA
Batalla por el Supremo en EEUU tras la muerte de una jueza progresista
Si Trump designa al sucesor de Ginsbrug, acentuará el signo conservador del tribunal
El Tribunal Supremo de los Estados Unidos informó ayer de la muerte de Ruth Bader Ginsburg, la jueza decana de la más alta instancia judicial del país. Ginsburg, de 87 años, fue nombrada jueza del Supremo por el expresidente Bill Clinton en 1993. Fue la segunda mujer designada para el Tribunal Supremo y desempeñó allí su labor durante más de dos décadas. Durante los últimos años de su carrera, emitió votos progresistas sobre temas sociales polémicos en EEUU, como el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, el derecho al voto, la inmigración o la atención médica.
La muerte de la jueza, a menos de siete semanas de las elecciones presidenciales, ha abierto una lucha política sobre el futuro del Tribunal Supremo norteamericano, ya que el relevo de la magistrada podría afectar a la composición ideológica del órgano decisivo sobre la interpretación de la Constitución y del sistema legal del país. La corte se compone de un presidente y ocho jueces asociados, que son nombrados por el presidente del país y confirmados en el Senado. El cargo es vitalicio y un miembro solo puede ser destituido por el Congreso mediante un complejo proceso de impeachment.
El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ya confirmó que la Cámara Alta apoyará al candidato que designe Trump. Sin embargo, es posible que no haya tiempo suficiente para confirmar a un nominado antes del 3 de noviembre, fecha en la que están previstas las elecciones, dado que estas nominaciones suelen tardar entre dos y tres meses en procesarse, según la CNN. Se necesitan 51 votos para confirmar un nuevo juez y, actualmente, hay 53 senadores republicanos. Si Trump lograr designar a un nuevo juez dejaría un Tribunal Supremo con una línea mucho más conservadora que el que encontró, con seis jueces nominados por republicanos y solo tres elegidos por demócratas.
Tras la muerte de Ginsburg, el presidente reivindicó su “obligación” de nominar a un candidato “sin demora”. Por el contrario, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, expresó que el sustituto debería ser elegido por aquel que gane las elecciones. Días antes de su muerte, Ginsburg reveló que su mayor deseo era que “su sucesor no fuese elegido hasta después de los comicios”.