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Como era de esperar, la rúa del Carnaval de Lleida fue fiel reflejo de la actualidad política y social, como ocurrió en otros desfiles de muchas poblaciones. Así, entre los múltiples disfraces de todo tipo se pudieron ver numerosos ‘piolines’ armados con porras y portando urnas recordando los tristes acontecimientos del 1-O, e incluso alumnos de una escuela homenajeando a las controvertidas cigüeñas que han sido “invitadas” a abandonar la Catedral después de 30 años de ser una de sus “casas”. Y en Solsona, con uno de los carnavales de más tradición, un enorme 155 colgaba del campanario desde horas antes de que el Mata-ruc d’Honor de este año, el meteorólogo Tomàs Molina, diera por inaugurada la fiesta con una temperatura gélida muy de su agrado: 0,5 grados.

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