Los sabelotodos

Cada vez que los veo en la pequeña pantalla me sale un sarpullido. Son los tertulianos colaboradores en los diferentes programas televisivos.

Pero los que toman parte en los programas del corazón (léase Sálvame, Socialité o Viva la vida, por citar tres ejemplos) son de nota. Son los menos indicados para dar lecciones de nada a nadie, pero lo hacen.

De cara al espectador saben de todo. Todos van de sobrados, de saberlo todo y cada vez que abren la boca pontifican.

No importa que horas antes han sido ellos los que han estado en el ojo del huracán con sus propios problemas personales. Da igual.

Sentados en sus cómodas butacas y con el móvil en la mano (deberían de prohibirlo) hablan y tuitean mientras están en directo, sin escuchar a los demás y siempre aportan (a saber de qué fuentes) lo último de lo último en cualquier tema. Es más, saben más, aunque en realidad nunca aportan ninguna revelación contundente más allá de insinuaciones, que los propios protagonistas del tema a tratar.

Van, largan, encienden el ventilador, gritan más que los demás y a otra cosa..