Reporteros hasta el final
Desde aquí siempre hemos defendido a los reporteros, sobre todo a los del programa del corazón y a los que informan in situ del tiempo extremo. No es una especie en extinción porque siempre hay personal dispuesto a ocupar la plaza del que acaba de irse. Pero es que este fin de semana hemos visto una cosa inusual, estamos acostumbrados al reportero junto al garaje, la entrada de la casa, del restaurante donde está o va a ir el famoso de turno al conjuro de “no nos moveremos de aquí hasta que hablemos con él”. Acaba el programa y no, no han hablado con él. Pero en el Fiesta del sábado una reportera montaba guardia para pillar a Andy y Lucas, ese dúo antes famoso y ahora enfadado: viajan por separado, no llegan nunca juntos, tienen camerinos diferentes, salen al escenario primero uno y luego otro y también lo abandonan de igual forma. Anunciaban declaraciones en exclusiva para hablar de lo suyo. No las hubo. Sencillamente porque ese día, a esa hora y en ese lugar, el concierto se había suspendido por razones obvias. Ni Hitchcock había conseguido un clímax semejante.