Bienvenido, ciudadano

Bienvenido, ciudadano. Soy la Administración del Ayuntamiento de Lleida, y estoy aquí para servirte. Claro que desde la subida al gobierno del tripartito de las sillas (15

, ni más ni menos) tengo que hacerte un par de advertencias previas antes de prestarte cualquier servicio.

La primera es que espero que te dirijas a mí en catalán. No por nada, sino porque ahora soy una maquinaria de transformación social en todos los sentidos, y eso de que te pueda tratar también en castellano es… Un poco incómodo. Piensa que ahora estoy al servicio de unas personas que quieren crear una sociedad monolítica y monolingüe, que quieren imponer una de las dos lenguas oficiales en Cataluña hasta en las horas de recreo entre niños y entre profesores. Así que si me pides que te atienda en castellano, o te facilite toda la documentación de cualquier trámite en castellano…

Te lo voy a permitir, por supuesto, pero no va a ser de buena gana. A ver, que tienes derecho a ello… Pero entiende que la paulatina eliminación del castellano en las actividades oficiales responde a la creación de esa sociedad monocolor de los que mandan ahora. Porque soy una administración muy tolerante, feminista y ecológica. Pero en catalán, por favor.

La segunda consideración es que espero que comulgues con las ideas de mis amos. Por favor, no te sorprendas cuando digo que quienes gobiernan son mis amos. Teóricamente estoy a tu servicio, pero entiende que desde que han asumido el poder, confunden sus puestos de gobierno con sus puestos de partido, de modo que siguen haciendo el mismo discurso y hablando a las mismas personas. Pero sobre todo entiende que han asumido que yo, la administración, soy una extensión de sus sedes de partido, y que por tanto pueden hacer conmigo lo que les venga en gana. Pueden engalanarme con sus proclamas de partido como si fuera un muro publicitario cualquiera.

Porque mis nuevos amos no tienen por qué hacer caso del hecho de que los Monumentos declarados Bienes de Interés Cultural no pueden colocarse rótulos, señales o símbolos sin la autorización correspondiente. Tampoco tienen por qué convocar a la Comisión Municipal del Patrimonio para colgarme pancartas ni lazos (dicen las malas lenguas que el grupo de Ciudadanos ya ha preguntado por ello y va a tomar medidas en consecuencia a partir de septiembre, cuando los juzgados retomen su actividad habitual).

Pero sobre todo entiende que mis nuevos amos me han ordenado que no trate igual a las personas a las que tengo que servir. Así que espero que pienses como mis amos, ciudadano. Si es así no tendrás ningún problema: al tratar conmigo te sentirás arropado como el que más. Entre amigos y en familia. Pero si no es así, si no piensas como mis amos, los símbolos que han ordenado colgarme ya te muestran que no eres bienvenido. Porque estos símbolos ya te están señalando desde el principio, diciendo que no piensas lo mismo que yo, que soy la Administración. Y dentro de poco no voy a ser sólo yo, sino que también te lo van a indicar las calles por las que paseas. Todos estos símbolos, todos los cambios de nombres de las calles, te van a recordar que estás en el lado equivocado de la historia, y que no eres de los nuestros. De modo que ya no podré considerarte un ciudadano, porque un ciudadano goza de todos los derechos, como ser atendido por la Administración en igualdad de condiciones o tener libertad de movimientos. Si no piensas lo mismo que mis amos está claro que dejarás de ser un ciudadano y te convertirás en un administrado: te prestaré servicios, por supuesto. Pero no estaré a tu servicio.

Así que bienvenido, ciudadano: ¿puedes indicarme cuál es tu sesgo político antes de atenderte?