Viena y el problema de la vivienda

Ante el proyecto del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de promoción de vivienda industrializada a través de una inversión pública de 1.300 millones de euros a lo largo de una década, o el liderazgo de Barcelona que, de la mano de 14 ciudades más, alienta a la Comisión Europea a invertir 300.000 millones de euros anuales en la construcción y la renovación del parque de viviendas, puede resultar de interés aquí referir las características del modelo vienés. Este constituye un ejemplo en materia de vivienda que, en su caso particular, se fundamenta en complejos de protección oficial destinados al alquiler de vivienda habitual. El impulso de viviendas sociales es indisociable de la historia de la capital de Austria, en base a razones de interés público. Son cerca de 200 millones de euros los que destina cada año Viena a la renovación de su parque público, o 500 millones si incluimos la construcción de vivienda nueva y la rehabilitación del parque urbano. El resultado es la construcción de unas 10.000 viviendas subvencionadas al año o, en la actualidad, la rehabilitación de 250 bloques de viviendas públicas.

En términos laborales, las viviendas sociales suponen la creación de 24.000 puestos de trabajo a corto plazo y más de 30.000 a largo plazo, al tiempo que generan el 3,5% de la ocupación en Viena. Además, en una década las inversiones en reformas y nuevas construcciones aportan alrededor de 2.300 millones de euros al valor añadido bruto del país.

Los efectos de la gentrificación –a menudo, con un coste social significativo– son cada vez más evidentes en determinados barrios o áreas de multitud de nuestras ciudades, en Catalunya, en España y en el contexto internacional. En la capital del país transalpino esta dinámica se ve matizada por la disponibilidad de un gran stock de suelo urbanizable en los distintos distritos de la ciudad: así, además de satisfacer la demanda creciente de vivienda asequible, se logra la consolidación de una mezcla social equilibrada en todos los barrios.

Hacer hincapié también en el enfoque dual, toda vez que el sistema municipal de la capital de Austria viene definido no únicamente por las inversiones directas en nuevas construcciones y rehabilitaciones, sino que se complementa con las ayudas directas dirigidas a personas con rentas bajas. El propósito que subyace es ofrecer al mayor número posible de ciudadanas y ciudadanos un espacio vital de calidad, seguro y asequible.

Las viviendas de protección oficial de Viena son, pues, complejos residenciales que albergan a cerca de un millón de personas. Pero lo cierto es que trascienden esta funcionalidad y se han convertido en verdaderos símbolos históricos, culturales y sociales que, en muchos casos, reciben los nombres de ilustres personalidades históricas de los campos artístico y científico.

En definitiva, ante el desafío de dar respuestas plausibles al asunto de la vivienda en el marco de las complejas dinámicas que definen el presente de las grandes urbes globales, Viena encarna un modelo de buenas prácticas que, a lo largo del último siglo, ha brindado condiciones de habitabilidad accesible en beneficio de la cohesión social.