GENIOS
Florentino Pérez tiene tres problemas: Johan Cruyff, Lionel Messi y Lamine Yamal

Florentino Pérez té tres problemes: Johan Cruyff, Lionel Messi i Lamine Yamal
Florent ino Pérez, es decir: el 90 y mucho por ciento de la prensa deportiva española y un tanto por ciento elevadísimo de la catalana; es decir: el corazón de los poderes fácticos del estado español que lucen con desfachatez (y fachatez) su soberbia en el palco de esa lata de sardinas declarada no apta para conciertos que es el nuevo Santiago Bernabéu, tienen tres problemas: Johan Cruyff, Lionel Messi y Lamine Yamal.
Pérez representa el poder económico que hace lo que quiere con una cúpula judicial que todavía no ha hecho la transición 50 años después de la muerte de un Franco con el que los padres y los abuelos de los actuales ocupantes del palco de la lata de sardinas llamada Bernabéu se encontraban muy a gusto.
Esos padres y esos abuelos se enfrentaron a un enemigo impevisto con la llegada al Barça de un señor llamado Cruyff, el hombre más importante de la historia del fútbol, el que lo revolucionó como jugador y como entrenador como nadie lo ha hecho. “Cuando Cruyff llegó al Barça fue como si Paul McCartney se hubiera convertido en futbolista. De repente, todo se modernizó y se liberó en ese equipo deprimido”, me contó un día el poeta Pere Rovira. “Todos nos sentimos más libres; ni el franquismo podía dominarlo”.
Una cosa parecida pasó con Leo Messi, el mejor jugador de la historia, pero por razones distintas. Messi comparte un autismo leve completamente funcional con personas que han hecho avanzar la humanidad como Wolfgang Amadeus Mozart, Stanley Kubrick o Anthonny Hopkins.
A un talento descomunal unía una perseverancia solo al alcance de alguien neurodivergente y una inteligencia sobre el campo sobrenatural. Florentino Pérez y el 90 y mucho por ciento etcétera enloquecieron. El Madrid fichó a Ronaldo, Özil, Carvalho, Di María y un demagogo grosero y macarra como Mourinho para intentar la imposible tarea de parar al genio.
Vino luego una profunda depresión en el Barça por una bochornosa presidencia de Bartomeu que arruinó al club económica y moralmente con la vergonzante complicidad de buena parte de la prensa catalana. La española también, pero sobre todo la catalana. Y entonces apareció el tercer problema para Florentino Perez y el 90 y mucho por ciento etcétera: un chavalín entonces quinceañero que ya es el mejor del mundo a la estrafaria edad de 18 años. Pérez ni se inmutó con la Liga que ganó Xavi hace 3 años. Aquel Barça jugaba mal, era un equipo triste que ganaba casi siempre por 1-0, no hacía daño. Con la Liga del año pasado, en cambio, Pérez parece haber demenciado. Coacciones semanales a los árbitros, ridículo amague de plante en la final de Copa, esperpéntica queja a la FIFA por una expulsión... No es para menos.
El Barça de Flick y Lamine es rock and roll. Vuelve a serlo, como lo era el de Cruyff. Desafía los algoritmos del fútbol moderno, ridiculiza a jugadores físicos que confunden el fútbol con el atletismo y deslumbra con una criatura que juega con el tiempo como le da la gana, se para en seco en medio de una carrera y convierte ese parón en el mejor ejercicio de velocidad porque deja sentados a tres rivales, hace diagonales en la frontal en las que regatea a 4 rivales y coloca la pelota donde saben que la colocará tanto el portero como los defensas y aun así hace gol, exactamente igual que Messi, o hace una asistencia de 40 metros con el exterior que parece salida del planeta Marte, exactamente igual que Cruyff. A Cruyff, “ni al franquismo podía dominarlo”; a Lamine, ni Florentino.
Posdata: Lamine es el mejor jugador del mundo, pero el mejor jugador del mundo es Pedri. Yo ya me entiendo.

Yamal, vist per Edgar Becerra Pajares