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Sobre la infamia

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CASO MURER: EL CARNICERO DE VILNIUS

Cine: Screenbox Funatic.


País: Austria. 2018.

Director: Christian Frosch.

Intérpretes: Karl Fischer, Alexander E. Fennon, Melita Jurisic, Karl Markovics.

Duración: 110 minutos.

★★★★
Lo hemos visto aquí respecto a la memoria histórica. Al hecho de resarcir injusticias cometidas en un pasado oscuro, a la reticencia de dejar de dar visibilidad a nombres al servicio de la tiranía, al derecho de encontrar, desenterrar de las veredas de los caminos y darles justa sepultura a los que sigue matando el olvido. Todo eso continúa siendo incómodo bajo la peregrina excusa de no abrir viejas heridas en nombre de la democracia en un país que mantiene impoluto un gran monumento a un dictador. En numerosas ocasiones la infamia se esconde bajo mensajes de reconciliación, de progreso, de avanzar hacia estados libres, y para la historia de la mezquindad quedan casos como el que disecciona el de Franz Murer, oficial de las SS austríaco, encargado de gestionar el gueto judío de la capital de Lituania, Vilnius, donde fueron hacinados más de 80.000 almas de las que sobrevivieron apenas 600.

Tras la guerra, el cazador de nazis Simon Wiesenthal lo entregó a los británicos, que se lo pasaron a los rusos, que lo condenaron a muerte, pena que le fue conmutada a cambio de 25 años de prisión, aunque posteriormente fue extraditado a Austria cuando ese país fue declarado libre para tomar sus propias decisiones de Estado, aunque con la obligación de juzgar a un hombre que mataba por placer, que cuando aparecía significaba que ese día morirían hijos frente a sus padres y padres frente a sus hijos por puro capricho. Para ese juicio, veinte años después de finalizada la guerra, llegaron judíos de diversos puntos del mundo para dar fe de los más escalofriantes relatos ante un jurado popular sospechosamente patriótico, un juez con pasado nazi, un magnífico abogado del diablo y un ineficaz fiscal, amén de declaraciones de compañeros de armas de Murer y vecinos que lo habían encumbrado como a un héroe. Ante una prensa que no daba crédito a lo que sucedía en el proceso, y donde planeaba la sombra de Hannah Arend en el caso Adolf Heichmann, al contrario de aquel juicio, en el de Franz Murer todo fue una farsa para pasar página sin ruido. Murer quedó absuelto y murió en su cama con 82 años.

Christian Frosch realiza una película sobria, marcada en espacios cerrados, en declaraciones viscerales y terribles, en un recorrido judicial plagado de detalles para entender las claves de lo infame. Un trabajo judicial frío, meticuloso, austero, en el que predomina una coral labor actoral notable, donde los sentimientos duelen y la maldad aflora. Todo para vergüenza histórica, para marcar una mancha negra en torno a los intereses del poder. Una más.

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