Para vivir aquí
Una película que comienza eufórica, entre la hinchada del Español camino al estadio para enfrentarse al Utrech, animando, gritando consignas. Y celebrando el hecho de estar ahí se encuentra Sergio, alegre y jubiloso en la ciudad holandesa. Pero pronto se adivina que todo es una coraza que esconde su interior, sus dudas, sus dilemas, el saberse aislado en su ánimo, un hecho que le lleva a no regresar, a quedarse en aquel lugar para romper con todos los vínculos que habitan en su vida. Ahora es un inmigrante en una ciudad gris. Sin trabajo o con faenas precarias, buscando un lugar para vivir, o al menos dormir, esquivando el frío, solo, sin nadie que promueva lo afectivo, y donde queda patente esa ruindad de los países civilizados, tan abiertos y solidarios en su discurso, tan cerrados y cercanos a la displicencia en la realidad del día a día.
Sergio se busca a sí mismo, y lo hace en un lugar que de la indiferencia hace gala, exceptuando a contadas personas que lo amparan, que lo alivian de la tara de ser un extraño en un falso paraíso.
Gerard Oms debuta como realizador con una película que guarda detalles biográficos, los retazos de la memoria que el tiempo no borra porque te cambian la vida. Oms conoce bien la labor del actor, su trabajo ha estado ligado a trabajar junto a ellos y, especialmente, sabe sacarle a Mario Casas su esencia interpretativa. Casas aquí es todo esfuerzo, sentimiento, magnetismo frente a la cámara. Es creíble, su rostro, sus expresiones son un espejo de su interior, y todo nace de un entendimiento poderoso entre él y Oms.
Muy lejos también se acerca a otros personajes muy precisos, descriptivos, como el catalán que vive en una ciudad apagada donde siempre llueve, algo que se transparenta en su propio carácter, en su personalidad negativista –papel interpretado con solvencia por David Verdaguer–, así como el amigo “moro” que también vive al borde del precipicio y que cambia esas taras que Sergio en algún momento deja entrever con un falso chovinismo mal llevado.
No hay alegría en Muy lejos. Es una película triste, de silencios y fatigas, que aborda situaciones que rezuman verdad. Es un trabajo serio y consecuente, perfectamente elaborado para mostrar una evolución personal, un encuentro consigo mismo y aceptarse, despejar dudas. Todo ello mostrado con sutileza, dejando que la historia quede ahí, en un espacio abierto, colocando a Gerard Oms como un cineasta a seguir, porque pocas veces una primera película es tan sólida. Y de eso también tiene parte de culpa Mario Casas, un actor que en cada interpretación, sin duda, se supera a sí mismo.