El amor es un libro abierto
Agathe puede encontrar la inspiración que le anima a escribir cenando en un restaurante japonés y observando la imagen de un atractivo asiático que descansa en el fondo de una taza de sake y dar rienda a su imaginación y bailar con él al son de una delicada música. Su fantasía se mueve dentro del romanticismo más clásico ya que ella se define a sí misma como alguien que no pertenece a la época actual, que es un ser del siglo XIX, que no va con estos momentos. Será por eso que conoce de memoria el estilo literario de Jane Austen, que tantos corazones ha conquistado con sus novelas románticas y que otorgaban a las mujeres su derecho a ser ellas mismas en un tiempo difícil.
Agathe trabaja en la famosa librería parisina Shakespeare and Company y quiere ser escritora. Tiene un compañero de trabajo animado y ligón que podría ser algo más en su vida. Vive con su hermana y guarda cierto trauma a causa de la muerte accidental de sus padres. Un día recibirá la invitación de la Residencia de Estudiantes Jane Austen en Inglaterra. Aquella casa pertenece a los descendientes de Austen, muy singulares ellos, como también lo es el sobrino lejano de la célebre escritora, personaje que recuerda en cierta manera a aquel Hugh Grant que todas las madres soñaban para sus hijas. Pero aquí, el personaje es un hombre traicionado por el amor, seco y ausente que, sin embargo, irá construyéndose como el contrapunto de esta joven con sentido del humor pero muy aislada emocionalmente.
Jane Austen arruinó mi vida es un título irónico. De por sí, es la piedra angular que acerca a esas personas que por azar o por el destino se encuentran, que se repelen pero que acaban magnetizadas.
Ésta es una película sencilla que incluso nombra alguna frase de Octavio Paz, de esas que se utilizan para conquistar con palabras hermosas que no siempre dan resultado. La debutante directora Laura Piani también se atreve a colocarnos dentro de la trama una escena de otra época, un baile soso, cursi y acartonado que podemos perdonar, porque lo que prima aquí es una historia romántica con golpes de comedia, que intenta conectar con lo actual gracias a la manera de ser de la protagonista –que cae bien–, al mostrar sus imperfecciones sin dramatizar. Agathe tiene su caos mental, sus subidas y bajadas, sus neuras y sus propias decisiones, dentro de un guion que intenta renovar el género en que se sustenta sin rehuir del flechazo clásico, dejando claro aquello de que la felicidad es un estado de ánimo, que llega y se va, pero que en ocasiones regresa para quedarse permanentemente.