Sólido drama familiar
El género dramático siempre ha tenido una fuerza narrativa que ha interesado al espectador desde el cine más clásico hasta nuestros días, ya que cada película es en sí misma un pedazo de la realidad que atraviesa las paredes, que se acerca al lado más delicado y vulnerable del ser humano desde la intimidad.
En el drama existen tragedias cotidianas, y una de ellas es el desafecto, esas crónicas de desamor por los años gastados, por la distancia emocional, por ese choque irreversible del “ya no te aguanto más”. La película con sello nórdico firmada por Jeanette Nordahl, que también firma el guion junto a Rasmus Birch, bien puede dar la sensación de que va por ese camino, pero se remueve con giros argumentales. Es profunda y analiza las personalidades de una pareja en estado de separación después de haber convivido muchos años como una familia. Ane y Thomas tienen dos hijas, una adolescente y otra más pequeña, que todavía no saben que sus padres van a tomar caminos distintos. De por sí, él tiene ya otra pareja y se encuentran a punto de irse a vivir juntos.
Una embolia sufrida por Ane que le ha paralizado el lado izquierdo del cuerpo la volverá vulnerable, necesitada de ayuda aunque se resista a admitirlo, y este hecho hará que Thomas decida quedarse en la casa hasta que ella mejore.
El tema bien podía caer en peligrosos y manidos territorios lacrimógenos, pero Volver a ti es mucho más reflexiva. Se mueve por esa lucha constante de una mujer con carácter, de fuerte personalidad. Culta, que odia lo lastimoso, pero que, sin embargo, se rebela ante la indefensión de un cuerpo que no le obedece, mientras que él se enreda en un mar de dudas, en ese sentimiento que ambos han enterrado pero que el destino vuelve a dejar a la vista.
Con unas interpretaciones magníficas, especialmente de la actriz Trine Dyrholm, veraz y sin cortapisas, todo dolor y ternura mezclados, la película avanza sin señalar a uno u a otro, sin juzgarlos por los hechos, sino que se maneja en las sensaciones, en cuestiones de piel, de sentimiento, de la fragilidad en dos seres que no pueden ocultar su cercanía.
Cierto es que algunas escenas nos puedan parecer inverosímiles cuando el límite entre ambos personajes ya está más que decidido, pero esas percepciones dejan de serlo si tenemos en cuenta la complejidad de los actos ajenos y de los propios, de esos caminos de ida y vuelta, de dar sentido a una vida construida en común y, aunque en ocasiones no lo parezca, a los afectos, a la voluntad de reencontrarse después de la tormenta, después del naufragio.