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Seguramente, lo más inesperado de la segunda jornada de la presente edición del Magnífic Fest 2025, fue la actuación de los Malmö 040. Este simpático quinteto barcelonés de pop-rock aportó frescura y muy buen rollo con su mescolanza de pop, rock y pequeñas dosis de electrónica, todo ello muy bien adobado gracias a sus imbatibles armonías vocales y eficàcia instrumental. Con un sonido y maneras que, perfectamente, podrían traernos a la memoria a bandas de varias décadas atrás –pongo por caso a los Hombres G, Los Ronaldos o Los Sencillos, por ejemplo–, su actuación fue como una explosión de energia, desbordante de ritmos contagiosos y una puesta en escena vibrante y muy divertida.

Aunque no eran, por supuesto, el grupo más conocido del cartel, su sencilla performance logró ganarse al público gracias a su innegable originalidad y a la interacción directa con los asistentes, sobretodo, el femenino más adolescente que cayó en su red sin poder ni querer evitarlo.

Vino sin solución de continuidad, Mikel Izal, quien durante más de veinte años lideró una banda homónima asentada en Madrid cuya existosa argumentación característica fue una alquimia de indie-pop melódico y rock grandilocuente, cargadita de letras evocadoras de un universo personal introspectivo y, a menudo, bastante difícil de descifrar del todo. Desde la diáspora del grupo, Mikel ha continuado una prolífica carrera en solitario aunque sin alejarse del todo de aquellas maneres que ya le conocimos de su experiencia en formato grupal. Como uno de los capos del cartel, el espectáculo que ofreció en Lleida, logró alcanzar un grado altísimo e instatáneo para con sus numerosos seguidores locales, sobre todo cuando se lanzó a interpretar sus composiciones más populares y celebradas como, entre otras, La vida escarlata, La fe, El paraíso o Hambre, coreadas unánimemente.

La formación oficiante se mostró enérgica de fondo y de formas al tiempo que optimista de espíritu y entrega, con un directo musculoso instrumentalmente que convirtió su show en uno de los momentos más destacados y álgidos de la jornada. La calidad vocal de un Izal que no paró ni un instante de bailar, saltar y de provocar buen rollo a la concurrencia, y su compenetración perfecta con el resto de la banda, fueron clave para mantener el ambiente súper caldeado y crear auténtica magia musical para disfrute de todos los presentes.

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