SEGRE

Creado:

Actualizado:

Sin duda alguna, el nombre de Marc Ribot ha sido uno de los más señalados de esta pasada edición del Festival de Jazz de San Sebastián. No en vano, su designación como premio Donostiako Jazzaldia 2025 no únicamente ha querido reconocer su amplia y brillante carrera como músico, cantante y compositor, sino también su fidelidad a este evento musical estival al que ha acudido en un buen número de ocasiones para presentar sus diversos proyectos y variedad creativa. Así, como no podía ser de otro modo, en esta nueva presencia aquí el artista de New Jersey ha ofrecido en tres conciertos alternativos otras tantas vertientes bien diferentes de su cambiante y siempre chocante perfil musical.

A saber, el primero al frente de los Marc Ribot Hurry Red Telephone, el 25 de julio en la plaza Trinidad; un segundo, el día 26 en petit comité y formato de guitar man sin acompañamiento alguno en el claustro de San Telmo; y, para acabar esta completa perspectiva de sus grandes capacidades y versatilidad, el que fue uno de los grandes conciertos del festival, como Marc Ribot Ceramic Quartet, el día 27, con un teatro Victoria Eugenia repleto hasta los topes, que gozó de lo lindo por la enorme demostración de poderío y recursos, tanto desde el punto de vista instrumental, como del compositivo o el vocal, faceta esta en la que destaca por su singularidad de formas.

Pero vayamos por partes… La primera de las citas, conformando cuarteto con Ava Mendoza, guitarra; Sebastian Steinberg, contrabajo; y Chad Taylor, batería; sacó a la luz la vertiente más experimental de Ribot, con un jazz-rock muy punk y áspero, en el que el ruido se convierte en música como por arte de magia, que le puede agradar a uno, o no, dependiendo del gusto por el riesgo de cada cual.

La segunda entrega, bien diferente, tuvo como sede magnífica el claustro de San Telmo, dedicado las primeras fechas del festival a excelentes pianistas como Baptiste Trotignon, Bojan Z y Pierre de Bethmann, en formato de solo cada uno de ellos, pero que tuvieron, como alternativa sensorial, una estupenda versión del Marc Ribot más minimal y sensible, bien diferente al de la noche anterior.

El tercer y último concierto suyo en este sexagésimo Jazzaldia fue, a nuestro entender, algo así como una síntesis de todas sus calidades musicales, derrochando riesgo, inventiva y una técnica interpretativa asombrosa capaz de convertir en impredecible cualquiera de sus shows, como ocurrió con este del Victoria Eugenia.

jazz

Ahora bien, si hubiese que etiquetar la hora larga de espectáculo con el que nos subyugó, acompañado en formato de trío por Shahzad Ismaily, percusión, bajo, teclados y Ches Smith, batería, percusión, efectos electrónicos, también excelentes, diría que Ribot nos dictó una lección canónica de rock progresivo, cantando, tocando o improvisando, en una demostración palmaria de que es el artista perfecto, como afirmó Miguel Martín, director del certamen Jazzaldia, cuando se le reconoció públicamente antes de su recital. Abrumador, impresionante...

Titulars del dia

* camp requerit
Subscriu-te a la newsletter de SEGRE
tracking