Dulce y tierna
Con más de veinte años de carrera a sus espaldas, Montse Castellà se ha consolidado como una de las voces más genuinas de la canción contemporánea en catalán. Desde su debut y hasta la actualidad, con trabajos como L’escriptor inexistent, Geminis, Punts de llibre, Salicòrnia, Orgànic, y colaboraciones con múltiples artistas de aquí y de allí, su obra refleja una fidelidad constante a la lengua, a la tierra y a las historias que emanan de su Ebro natal. Su música transita entre el folk, la poesía y la canción de autor, siempre con una mirada comprometida con la identidad, la memoria, la igualdad o la feminidad. En escena, demuestra una capacidad de comunicación excepcional y su carisma natural y su cercanía convierten cada actuación en un espacio de encuentro. Con su voz cálida y de timbre inconfundible, alterna momentos tenues con otros de alta intensidad emocional, pero sin artificios ni efectismos. Su forma de dirigirse al público, entre canción y canción, revela a una artista que entiende la palabra como prolongación de la música y su capacidad para trasmitir y explicar, gran demostración de empatía hacia los demás. En esta nueva presencia en Lleida para actuar, tras varias en solitario o en el seno de Les Kol·lontai, la tortosina ofreció, como segunda entrega musical del Festival Sant Miquel de Les Lletres en esta su tercera edición, un concierto íntimo y vibrante presentándonos el espectáculo que acompaña a su disco de homenaje a Joan Baez, una de las figuras más influyentes de la canción de autor y el activismo musical norteamericanos del siglo XX. El recital, acompañado por el grandísimo guitarrista valenciano Borja Penalba que también la apoyó en las armonías vocales, se convirtió en algo así como un diálogo intergeneracional entre dos voces que comparten en una misma convicción, la música y la canción como instrumentos de conciencia, pero también de belleza.
Canción de autor
A lo largo del show, Castellà nos ofreció versiones de temas emblemáticos de la discografía de Baez, aunque reinterpretados con acento mediterráneo, una sensibilidad muy personal y compartiendo el mismo espíritu de compromiso y humanidad de la artista chicana. En su interpretación, clásicos traducidos de Woody Gutrie, Pete Seeger, Bob Dylan o la propia Baez, como Deportats, We Shall Overcome, Què se n’ha fet d’aquelles flors?, Escolta-ho al vent, Diamonds and Rust o Fare Thee Well, adquirieron nuevos matices, gracias a una dicción íntima y una emoción contenida que invitaba a la reflexión y al silencio, ambiente que el público respetó y la artista encarecidamente agradeció. Decir que más que un simple tributo al uso, el espectáculo de Montse Castellà es una fusión en toda regla con el legado de Baez, pero desde una perspectiva muy nuestra, es decir, como un auténtico puente cultural entre el folk americano y la cançó catalana. A través de su mirada, esas canciones inmortales recuperan una vigencia inesperada, proyectándose hacia el presente y el futuro como un mensaje de esperanza y dignidad. El resultado final, un concierto honesto, emotivo y lleno de vida y una celebración de la voz femenina, de la palabra libre y del poder de la música para unir generaciones y territorios. Montse Castellà demuestra, una vez más, que el compromiso puede sonar dulce y que la ternura también es forma de resistencia.