El enigma Mazón llegará al cine
periodista
El nombre de Mazón, que solo en un año ya ha dado lugar a cientos de reportajes televisivos, radiofónicos y prensa de todo tipo, se asociará pronto a nuevos medios: se anuncia una película sobre su personaje, no sobre la tragedia, producida por Jaume Roures, fundador de Mediapro.
Ya tiene guionista y busca al actor, que no será esta vez Eduard Fernández. Se han leído artículos comparando el “¿Dónde estuvo Mazón?” con el popular juego de “¿Dónde está Wally?”, lo que quizás inspire algún pasatiempo. O videojuego. Por no hablar de apuestas: la incógnita se ha ido reduciendo a la hora y media de clamorosa ausencia sin explicar. En los comentarios populares en Valencia hay dos corrientes: apuestan unos a que estuvo acompañado por una persona –la que cabe imaginar– y otros al vino ingerido en el ágape que quizás exigió reparación urgente de sueño y duchas.
Algún día –ya estamos muy cerca– se sabrá todo con detalle sobre esas actividades ocultas del presidente de la Generalitat valenciana en aquella fatídica tarde del 29 de octubre de 2024 en la que 216 ciudadanos se ahogaron mientras él estaba ilocalizable; incluso para su colaboradora más cercana, la consejera Salomé Pradas, que lidiaba con el irascible temporal en el puesto de mando de la crisis.
Se fue aclarando con el tiempo que la comida con la periodista Maribel Vilaplana (y quizás alguien más por identificar) duró cerca de cuatro horas y que ella se fue antes del local, según escribió en una carta pública. Pero ahora se ha sabido que Mazón la acompañó hasta el parking, por lo menos, y la jueza, metódica y precisa, pide el ticket del aparcamiento para comprobar la hora real de salida.
Mazón ya estaba aislado pero van acumulándose datos y testimonios que hacen insostenible su posición, descartada su salida por la vergüenza o el bochorno al haber estado de fiesta, mientras media comunidad que preside se ahogaba. Su insensibilidad parece pétrea. Dice que no se presentará. O sea, que quiere aguantar hasta mayo de 2027, al menos como diputado. El registro de llamadas telefónicas rechazadas por él en ese tiempo oscuro –dos, al menos, de la consejera Pradas que no quiere cargar con la “culpa judicial” ya que pagó la “culpa política” al ser cesada– da más pistas. Pero el enigma continúa. Emoción máxima.
Incomodidad de su jefe, Alberto Núñez Feijóo, que al principio trató de cubrirlo y declaró en presencia de Mazón, que le escuchaba atónito, que había estado “en contacto permanente” con él. Si no habló con nadie, porque primero estaba en la comida y tampoco en la actividad aún no clarificada, nada de “contacto permanente”. Núñez Feijóo está harto y por eso, el día anterior al funeral de Estado en Valencia, declaró que “Mazón debe responder a todas las preguntas”; tanto en sede parlamentaria como judicial.
Y en el aniversario llegó el tenso funeral de Estado, laico y con todas las autoridades. El objetivo era minimizar la presencia de Mazón y ponerlo lejos del rey, del presidente del Gobierno y de otras autoridades legislativas y judiciales. El servicio de protocolo de Moncloa lo bordó. Todo indica que se atuvo al artículo 10, en vez de ampararse en el 12 del Real Decreto de Precedencias en el Estado, considerando el evento como acto de carácter general; eso permitió cambiar el orden, relegando al todavía presidente de la Generalitat a otra fila de asistentes. Sigue la función.