Las matemáticas de la pandemia

La primera oleada del coronavirus pilló al mundo por sorpresa. No era la primera pandemia a la que nos enfrentábamos, pero nunca antes el virus se había propagado con tanta rapidez. Cosas de la globalización. Se hizo lo que se pudo y un poco más. El sistema sanitario obró el milagro de multiplicar las camas de hospital y de UCI y se trabajó a destajo pese a no disponer de equipos de protección adecuados ni suficientes respiradores. Nueve meses después la situación es muy distinta. La vacuna está a punto de ser una realidad y, aunque el virus siga entre nosotros, los médicos e investigadores disponen de mucha más información y pueden anticiparse a los estragos que causa esta enfermedad no solo entre los infectados, sino en el conjunto de la sociedad. Las matemáticas explican algunas de las restricciones sanitarias que se adoptan. Un ejemplo: Catalunya tiene unas 600 camas de UCI. En el pico de la pandemia de la pasada primavera esta cifra llegó a triplicarse porque así lo requería la situación sanitaria, pero se pagó un alto precio. Multiplicar las camas de UCI obliga a cerrar quirófanos y gabinetes diagnósticos. O, lo que es lo mismo, se soluciona un problema inmediato pero se crea otro a medio plazo. En solo nueve meses ya se ha hecho evidente que han quedado demasiadas consultas por atender. De ahí que ahora los esfuerzos se centren en no llenar las UCI. De nuevo las matemáticas: por cada 1.800 positivos se generarán 30 ingresos hospitalarios que estarán una media de tres semanas en tratamiento. Superar esta cifra acabará colapsando el sistema, porque aunque se puedan atender a más enfermos de coronavirus, será a costa de dejar de tratar otras patologías.

La misma vara de medir

Al menos 22 municipios de las comarcas de Lleida de menos de 200 habitantes no han registrado ningún caso de Covid-19 en los nueve meses que llevamos de pandemia. Estos micropueblos piden que se les permita flexibilizar las restricciones sanitarias. Son pocos, se cuidan y la vida comunitaria se hace al aire libre, por lo que no tiene sentido que se le aplique la misma vara de medir.