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EDITORIAL

Un 8-M diferente, pero con el sentido de siempre

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Ha sido un Día de la Mujer Trabajadora diferente, con un seguimiento meramente simbólico de la huelga convocada y con manifestaciones menos multitudinarias que otros años porque la amenaza de la Covid afecta a todos los ámbitos y se aconsejaba la prudencia tras la polémica del año pasado en el arranque de la pandemia. Se han mantenido los actos institucionales para denunciar la discriminación de la mujer y también seguimos con la división del movimiento feminista con actos separados, pero es importante resaltar como ya hacíamos ayer que sigue habiendo más motivos que nunca para exigir que avancemos hacia la igualdad, para denunciar que las crisis como la que vivimos castigan con más dureza a los colectivos más débiles, y también a las mujeres, que padecen en mayor grado la falta de empleo, o su precariedad, que seguimos lejos todavía de la igualdad de oportunidades, que sigue siendo profunda la brecha salarial y que en la mayoría de los casos son las mujeres las que tienen que sacrificar sus carreras profesionales.

Sigue habiendo más motivos para reivindicar que para celebrar porque la violencia de género continúa siendo desgraciadamente una realidad que golpea a las mujeres y porque los avances siguen siendo lentos y continúan sin llegar a todos los ámbitos de nuestra sociedad. Falta mucho camino por recorrer y habrá que seguir reclamando que todos los días del año sean un 8-M, que sus reivindicaciones no se centren en un día, sino que sean una exigencia permanente en el mundo de la política, de la empresa y en la sociedad porque solo con igualdad superaremos la discriminación y accederemos a un mundo más justo.

El triunfo de la ilusión A Joan Laporta se le pueden reprochar muchas cosas en su trayectoria, pero hay que reconocerle la capacidad que tiene de ilusionar y transmitir entusiasmo.

Y es justamente lo que esperaban los socios del FC Barcelona, hartos del errático mandato de Bartomeu, rematado con un vergonzoso Barçagate en el que todo apunta que se utilizaba dinero del club para difamar a personas vinculadas a la entidad, pero que también desconfiaban del proyecto tecnocrático de Víctor Font, tan bien preparado como frío y distante en su transmisión, o del continuismo que representa Toni Freixa. Por esto ha ganado por goleada Joan Laporta, que ciertamente también ha sabido aprovecharse de la etapa triunfal que protagonizó en su primer mandato y del “círculo virtuoso” que encabezó.

La lona que colgó delante el Bernabéu fue su primer gol porque supo transmitir ilusión al socio del Barça y luego ha redondeado la goleada lanzando mensajes optimistas. Ojalá que segundas partes sean buenas.

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