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Un conflicto por las supuestas ayudas ilegales de los gobiernos a las compañías aéreas Boeing y Airbus que se remonta a hace veinte años desencadenó una batalla comercial entre Europa y Estados Unidos, que se tradujo en la última escaramuza protagonizada por Trump en 2019 con la imposición de aranceles a productos agropecuarios de hasta un 25 por ciento que perjudicaron gravemente a las exportaciones desde Lleida sobre todo de aceite de oliva y también de vino entre otros productos, con la consiguiente pérdida de mercado porque otros competidores no sufrieron este castigo. Hemos vivido la paradoja de que un conflicto por ayudas para fabricar aviones se tradujo en castigo a las ventas de tabaco, tractores o pantalones tejanos desde Estados Unidos o a las que hacía Europa de vino, aceite y leche.

El resultado ha sido que las empresas de los dos bloques han perdido más de 3.000 millones de dólares y que las políticas proteccionistas solo han servido para favorecer a otros competidores con China a la cabeza, que se ha aprovechado del enfrentamiento entre Estados Unidos y Europa. Afortunadamente, la llegada de Biden a la Casa Blanca ha aportado un mínimo de sentido común y el martes se conseguía un pacto para suspender durante cinco años los aranceles mientras se buscan fórmulas de acuerdo para el litigio aeronáutico que lleva arrastrándose veinte años en el marco de la Organización Mundial de Comercio.

Lo razonable ha tardado en imponerse frente a la táctica de Trump de dar una patada en los sectores donde podía hacer más daño al supuesto aliado, el sector agropecuario, cuando se discutía sobre aviones. Para la economía leridana es un acuerdo importante porque la imposición de aranceles se había traducido en una pérdida de trece millones de euros en exportaciones tan significativas como las de aceite de oliva en un mercado que representaba el 76 por ciento de sus ventas.

Por lo que respecta al vino producido en Lleida, las ventas en Estados Unidos habían bajado un 30 por ciento a consecuencia de los aranceles. Su supresión representará un abaratamiento del producto en Estados Unidos, podrán competir en igualdad de condiciones con otros exportadores y aspirar a ampliar mercados.

Es una excelente noticia en unos momentos en que la exportación ha de ser un motor básico para la recuperación de la economía confiando en que las promesas de Biden ante el G-7 de que quiere recuperar la unidad de acción con Europa ante la amenaza creciente del gigante chino se concreten en hechos y tengan continuidad. Siguen existiendo obstáculos porque lo que se ha anunciado es una tregua y no un acuerdo definitivo y aún hay temas candentes sobre la mesa como el mismo litigio aeronáutico o la anunciada imposición de una tasa sobre las tecnológicas, pero habrá que negociar para que el sector agrario no vuelva a pagar los platos rotos.

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