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El fútbol femenino lleva años reivindicando su profesionalización, estatutos, sueldos mínimos y sobre todo un amparo jurídico en el que cobijarse. Después de muchas reuniones y frustraciones, finalmente el pasado mes de junio el Consejo General de Deportes acordó “calificar” como profesional la máxima competición de fútbol femenina que arranca este fin de semana y que en su segunda categoría estatal cuenta con un equipo leridano, el AEM, que es todo un ejemplo de constancia, perseverancia y talento. Pero del dicho al hecho siempre suele haber un gran trecho y la tan prometida profesionalización se ha quedado a medias.

Quedan por definir todavía muchos aspectos, queda por saber cómo va a concretarse, qué será de las distintas categorías, si por fin podrán dejar de temer una mala lesión; si en verano también serán futbolistas o no, si podrán plantearse libremente conciliar vida laboral y familiar. En definitiva, si finalmente serán consideradas verdaderamente como profesionales, con sus obligaciones, pero también con sus derechos. El deporte femenino en general está dando pasos de gigante y ya hay ejemplos de igualdad de sueldos entre ellos y ellas, como el tenis, pero en la inmensa mayoría queda todavía una larga retahíla de marginaciones por superar.

Tenía razón Rafa Nadal cuando afirmó que los deportistas deben cobrar de forma paralela a lo que generan, pero es evidente que el deporte femenino ha sufrido siglos de ostracismo y descrédito que es difícil equilibrar en unos años y que administraciones y medios deben colaborar a lograrlo. Tercera dosisNo se ponen de acuerdo los expertos epidemiólogos sobre la disminución de la eficacia de las vacunas pasados entre 4 y 6 meses de haber recibido la segunda dosis. Así, mientras la Agencia Europea del Medicamento pide prudencia y un poco más de tiempo para clarificar si la variante delta, la más contagiosa de las que hasta ahora hemos padecido, vence a la inmunidad que nos proporcionan las inoculaciones pasado cierto tiempo, otros científicos y médicos indican que al cuarto mes baja la eficacia de todas las vacunas de las que disponemos.

También hay quien niega este descenso de la inmunidad y achaca a lo muy contagiosa que es la delta para explicar reinfecciones entre personas con la pauta completa. Sea como sea, lo que sí está claro es que las personas que se han contagiado en esta quinta ola, sexta en Lleida, no han enfermado con la misma gravedad y mortalidad de las primeras oleadas y esta mejoría general está clarísimo que solo puede achacarse a las vacunas que ya inmunizan a más del 65% leridanos. Esperemos pues a tener más evidencias para generalizar la tercera dosis.

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