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EDITORIAL

Las víctimas de las guerras son los ciudadanos

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El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ofrece a su homólogo ruso, Vladímir Putin, emprender un proceso de diálogo “para detener la muerte de personas” tras la ofensiva militar lanzada el jueves sobre territorio ucraniano. Zelenski se dirigió expresamente a Putin en su último discurso, horas después de que uno de sus asesores afirmase que Kiev está dispuesto a negociar un estatus “neutral” si, a cambio, recibe garantías de seguridad por parte de Moscú. Sin embargo, el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, acusó a Zelenski de “mentir”, ya que, según él, se habría negado en los últimos años a aplicar los Acuerdos de Minsk para acabar con el conflicto en el Donbás.

“Ha estado buscando refugio en Occidente. No hay garantías de que vaya a haber resultados prácticos”, lamentó el jefe de la diplomacia rusa en una comparecencia. En su último mensaje, Zelenski también dejó claro que las fuerzas armadas de Ucrania seguirán haciendo frente a la ofensiva militar rusa, que en las últimas horas se ha hecho palpable ya en Kiev y en zonas aledañas, e incluso ha instado a ciudadanos europeos con experiencia militar a unirse a la resistencia.

Llegados a este punto, parece claro que Ucrania ha asumido que los tanques han llegado a la capital y que su derrota militar parece evidente, con lo que el nudo del conflicto geopolítico, su entrada en la OTAN, se aleja. Mientras, China que no ha condenado el ataque y se ha apresurado a echar una mano a Putin abriendo la exportación de cereales, que estaba cerrada por la crisis sanitaria, y sus bancos sin intereses en Occidente, y, por tanto, no vetados para hacer negocios, con la Federación rusa, ya abren el grifo del dinero. En cuanto al papel de Europa, los Veintisiete se han mostrado unidos en la condena de la invasión, pero sus duras sanciones económicas no han alarmado a las bolsas, que tras la bajada del jueves, ayer viernes rebotaron al alza o frenaron su caída.

La UE vuelve a mostrarse timorata, sea por su dependencia del gas, por las inversiones rusas, por intereses geoestratégicos o por el miedo a una escalada brutal de la inflación que frene la recuperación de la pandemia. Y mientras en este tablero de ajedrez todos los jugadores mueven sus piezas, las víctimas de las guerras, los de siempre, es decir la población, ya comienzan a contar muertos, inician un éxodo en muchas ocasiones a ninguna parte y supermercados y comercios del país ya tienen escasez de productos. Parece inverosímil que, en pleno siglo XXI, las armas vuelvan a ser las protagonistas de una Europa que forma parte del primer mundo, pero que parece carecer de recursos para solucionar sus problemas con la diplomacia, la democracia y el diálogo.

El “no a la guerra” que los ciudadanos repetimos noble y sinceramente siempre cae en oídos sordos cuando están en juego miles de millones de euros y de poder. Muy triste y decepcionante. 

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