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“¿Explicaciones?, ¿de qué?”. Estas dos frases, seguidas de una sonora carcajada, han sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de muchos ante la, como mínimo, incómoda visita a España del rey emérito después de casi dos años de exilio en Abu Dabi. Con las citadas dos frases, en un tono socarrón y casi retando a la periodista que en Sanxenxo le preguntó si iba a dar explicaciones de su actitud, Juan Carlos I ha conseguido irritar, ahora ya de forma ostentosa, tanto al Gobierno como a la Casa Real, que pretendía que esta primera estancia de cuatro días tuviera perfil bajo y que se ha convertido en un espectáculo grotesco y ostentoso.

Quizá el emérito puede escudarse en que los presuntos delitos de carácter económico que habría cometido o bien ya han prescrito o bien sucedieron cuando su figura era inviolable y, por tanto, no podía ser juzgado por ellos. Pero, aparte de los aspectos legales, están la vertiente ética e incluso estética. Porque lo mínimo que podría haber hecho el que fue jefe del Estado hasta hace ocho años, si es que tiene un mínimo respeto hacia quienes fueran sus súbditos, era pedir perdón por una conducta en absoluto ejemplar, y con unas sospechas de que se aprovechó de su cargo totalmente inasumibles socialmente.

En este sentido, la portavoz del Gobierno, la socialista Isabel Rodríguez, no se mordió la lengua ayer y, sumándose a las críticas de sus socios de Podemos, le reprochó que no hubiera pedido disculpas a sus conciudadanos, a la vez que consideró que, en su regreso a España, “podía haber sido mucho más cuidadoso”. Otro ministro, en este caso el del Interior, Fernando Grande-Marlaska, consideró “ineludible” que el rey emérito dé en breve explicaciones por unos hechos “muy graves” para no perder “una oportunidad de oro” ya que ha aprovechado su primer viaje a España para “salir al mar y a una barbacoa”, dejando pasar así una oportunidad “importante” para intentar justificarse por sus acciones. Sin embargo, estas críticas no fueron suficientes para sus socios de Gobierno ya que el coportavoz estatal de Podemos, Pablo Fernández, reclamó al PSOE que demuestre su rechazo a las “tropelías” del emérito cuando haya una “nueva oportunidad” de votar una comisión de investigación sobre sus actuaciones y emplazó al partido de Pedro Sánchez a que sea “consecuente” y pase de las “palabras a los hechos”.Y paralelamente a toda la tormenta política, está la evidente incomodidad de la Casa Real, que ayer eludió incluir en la agenda oficial la visita de Juan Carlos I a la Zarzuela, al considerarla un encuentro privado.

El rey Felipe VI debería explicar sin tapujos qué relación mantiene con su padre, al menos a nivel institucional, y demostrar más respeto por sus conciudadanos que el exhibido por su antecesor en el cargo.

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