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Los abonos de ferrocarril, que el Gobierno central espera convalidar hoy en el Congreso, pueden comportar un ahorro real para muchos ciudadanos que utilizan el tren como medio de transporte, sobre todo para ir a trabajar, pero también para estudiantes, visitas sanitarias periódicas o cualquier otro tipo de desplazamiento que se haga en tren de forma cotidiana. Es evidente que a quienes más beneficia es a los residentes en las grandes ciudades o municipios próximos y que interactúan diariamente, pero muchos leridanos verán mejorar su economía durante los meses que esté en vigor esta medida, que forma parte del paquete de ahorro energético que hoy se ha de refrendar, si PSOE-Podemos logran los apoyos suficientes, en las Cortes. Tanto los usuarios de la línea de Manresa como los de la costa ya pueden tramitar estos billetes gratis si viajan un mínimo de 16 veces entre el mismo origen y destino hasta que se prolongue el plan (de momento hasta diciembre).

Los usuarios del Avant también se podrán acoger al bonotren partir del 1 de septiembre con el 50% de descuento y los de la línea de La Pobla y todas las redes de autobuses (ATM) tendrán entre un 30 y un 50% de rebaja en el mismo plan. Buena iniciativa si fuera acompañada de una eficiencia en el servicio y más frecuencia de convoyes. De cumplirse estas premisas, podríamos decir que se está poniendo un verdadero peldaño para ir reduciendo el transporte privado en favor del público.

Del resto del decreto de economía energética ya hemos reiterado en diversas ocasiones que es más un banco de pruebas de futuras restricciones que un ahorro real.

Seis meses de guerraAl cumplirse los 6 meses de la invasión rusa de Ucrania y las medidas de bloqueo adoptadas por las autoridades europeas y de EEUU, el resultado no es esperanzador. Los ingresos de Moscú por el gas ruso han llegado a los 85.000 millones de euros en este período, incluso más que antes de la guerra, con lo cual el castigo comercial solo ha servido para perjudicar o beneficiar a terceros.

Los ciudadanos de Ucrania se han visto obligados a un éxodo masivo y los que se han quedado viven entre el dolor de las muertes cotidianas y todo tipo de recesiones. Nadie ganará esta guerra y la estamos perdiendo todos. Gas, luz y carburantes son los primeros perjudicados, y, como consecuencia de su encarecimiento, los ciudadanos pagan la factura.

Además, el sector agroalimentario padece numerosas pérdidas y el hambre en el mundo aumenta. Estamos en el siglo XXI y las contiendas territoriales deben solucionarse con democracia y diplomacia, pero el problema es que Putin no quiere saber nada de la primera y la segunda nadie la ha activado.

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