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Las comarcas de Lleida exportaron entre los meses de enero y noviembre del año pasado producto a terceros países por valor de 2.702,2 millones de euros, lo que representa un 16,5 por ciento más que la cifra registrada durante el mismo periodo de 2021, según el balance publicado esta semana por el ministerio de Industria, Comercio y Turismo. El grueso de las ventas realizadas al exterior se concentró en el sector de la alimentación y las bebidas, que representaron el 63 por ciento de las exportaciones totales de la demarcación hasta noviembre. En concreto, se comercializaron productos por valor de 1.701,3 millones de euros, un 14,7 por ciento más que durante los once primeros meses del 2021.

Las semimanufacturas de productos no químicos fueron los segundos más demandados, acumulando ventas por valor de 260,6 millones de euros, lo que representa un ascenso del 34% con respecto al balance del año anterior. En cuanto a las importaciones, Lleida compró a terceros países productos por valor de 1.653,2 millones de euros, un 40,8 por ciento más que el mismo periodo del año 2021. La balanza comercial, por tanto, queda con un saldo positivo de 1.048,9 millones de euros.

Poco se habla de este ascenso constante de las exportaciones de Ponent, unas comarcas consideradas la despensa de Catalunya y con un sector alimentario de primer orden mundial, pero también con otros sectores que están abriéndose camino en el mercado internacional. Las economías más sostenibles son aquellas que complementan el sector productivo con el industrial y el de servicios y en estos momentos las energías alternativas como gran apuesta de futuro.La calidad tiene futuroY en esta mejora tanto cualitativa como cuantitativa de la alimentación leridana encontramos al aceite de Les Garrigues, que como muestra su certamen estrella, la Fira de l’Oli que ayer se inauguró, en Les Borges ha ido ganando año a año, aceituna a aceituna y molino a molino un prestigio que parece no tener techo. De aquel aceite vendido a granel entre quejas de las cooperativas por sus bajos precios, falta de agua para regar los olivos y la desatención financiera y administrativa, hemos pasado a una Denominación de Origen propia y unos avances tecnológicos, asociativos y de canales de venta y exportación, y con el agua del Segarra-Garrigues y Garrigues Sur aportando gota a gota el progreso de la oleicultura leridana.

Todo ello en una campaña especialmente complicada para el sector, en la que la caída de la producción por la sequía ha puesto de manifiesto más que nunca la apuesta por la inversión, por el regadío y por la búsqueda de mercados de valor añadido con el producto envasado como vías de futuro.

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