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Ya hay una reforma de pensiones consensuada en el Gobierno. Las dos fuerzas de la coalición han cerrado una propuesta común, que ya está en manos de los agentes sociales. Los cambios se basan en un refuerzo de los ingresos del sistema, principalmente a través de las cotizaciones de los salarios más elevados.

Además, finalmente se plantea un periodo de cómputo opcional y mejoras en las pensiones mínimas y otras medidas favorables para las mujeres, lo que descarta recortes y amplía la protección social. Para las próximas dos décadas, se plantea que los trabajadores podrán jubilarse teniendo en cuenta los actuales últimos 25 años de la carrera laboral para calcular su pensión u otra opción, elegir los mejores 27 años dentro de los últimos 29, según cuál sea la más beneficiosa. Esta segunda opción se desplegará progresivamente durante doce años a partir de 2026 y a partir de 2044 el periodo que quedará será solo el segundo.

España aumentará en los próximos años lo que cotizan los salarios más elevados, ahora exentos de contribuir desde los 4.500 euros brutos mensuales, unos 54.000 anuales. A partir de esa cantidad no contribuyen nada, también con la lógica de que más tarde hay pensiones máximas topadas. Este límite en su contribución a la Seguridad Social es de los más bajos de Europa.

A partir de ahora, ese límite (la base máxima de cotización) subirá poco a poco entre los años 2024 y 2050. ¿Cuánto aumentará? El IPC anual y se le sumará una cuantía fija de 1,2 puntos porcentuales. Este mayor aporte se verá compensado con aumentos de la pensión máxima a futuro.

Además, se establecerá una cotización de “solidaridad” por encima de este límite. Los sindicatos no ven con malos ojos esta reforma, aunque sí las empresas, que deberán aumentar el porcentaje que pagan por cada trabajador. Lo que está claro es que el Estado debe garantizar al cien por cien el cobro de las pensiones del futuro y si para ello son necesarios ciertos ajustes deben hacerse bajo dos condiciones: no perjudicar a los trabajadores ni tampoco gravar en exceso pequeñas y medianas empresas, base económica de millones de familias.

Temporada de ‘castellers’El próximo domingo, fiesta de Sant Josep y puerta de entrada de la primavera astronómica, arrancará la nueva temporada para la mayoría del centenar de colles castelleres de Catalunya, entre ellas, las cuatro de Ponent. Será la primera ya sin restricciones sanitarias tras el golpe de la pandemia. La tradición castellera, con más de 200 años de historia en el Camp de Tarragona y Penedès, comienza a arraigar también en las comarcas de Ponent, lo que es una buena noticia para la cultura popular en general, ya que estas torres humanas juntan sin distinción personas de todas las edades, sexo y condición social.

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