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El término bullying o maltrato entre escolares lo utilizamos para referirnos a la situación de violencia mantenida, mental o física, guiada por un individuo o por un grupo, dirigida contra otro individuo del grupo, quien no es capaz de defenderse. El problema, sin ser un fenómeno nuevo, sí adopta nuevas dimensiones y resulta preocupante que nuestra sociedad, que parece haber alcanzado cierto nivel de bienestar, el empleo del abuso y la violencia en los entornos escolares paradójicamente sean detectados cada vez de manera más alarmante y en edades muy tempranas. En el bullying confluyen en un espacio común los dos polos de la violencia: los agresores o bull y sus víctimas. El problema va más allá de los episodios concretos de agresión y victimización, en primer lugar, porque cuando un sujeto recibe las agresiones de otro de manera sistemática, generaliza la percepción hostil al conjunto del ambiente escolar, generando graves estados de ansiedad y aislamiento, además de la consiguiente pérdida del interés por aprender; por otro lado, porque el agresor va afianzando su conducta antisocial, cuyas consecuencias suelen provocar la exclusión social y la predelincuencia. Pero, además, el clima afectivo del grupo de iguales sufre una importante pérdida de actitudes prosociales, favoreciendo la falta de consideración hacia los demás y la consiguiente merma en la calidad del clima educativo. Se trata, pues, de un fenómeno de amplia repercusión que afecta a toda la comunidad educativa y quebranta la propia sensación de seguridad. En Lleida, la unidad de apoyo al alumnado en situación de violencia (USAV) ha recibido en el primer trimestre de este curso 2023-2024 un total de 18 denuncias de posibles situaciones de violencia en el ámbito escolar en el llano de Lleida, según datos confirmados por Educación. La mitad de ellas (9) son por acoso y 5, por maltrato a la infancia y la adolescencia. Asimismo, otras 2 son por violencia machista, una por racismo y en otra no se ha especificado el motivo. Dos de las 18 denuncias ya han sido cerradas y las otras continúan actualmente en seguimiento. El delegado de Educación en Lleida, Claudi Vidal, remarca que la prioridad del departamento es “trabajar por la prevención, la detección y la rápida actuación en las situaciones de violencias y garantizar el bienestar de todo el alumnado”. Los 18 casos de Lleida representan un mínimo porcentaje de los 841 denunciados en el conjunto de Catalunya en el primer trimestre del curso, cifra que supone casi el doble de los 430 atendidos durante el mismo periodo del curso anterior, según datos de la conselleria de Educación. Hace bien el departamento en abordar la situación de forma inmediata porque las cifras de suicidios en edad temprana, que ya superan las de accidentes de tráfico, son un elemento muy lastrante y deprimente que debe tener respuesta rápida y eficaz.

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