El llenado de L’Albagés
La crecida que el río Segre experimentó durante el mes de marzo, especialmente en su segunda mitad, habría permitido llenar prácticamente por completo el embalse de L’Albagés, aunque esa posibilidad quedaba descartada de antemano al no poderse acometer las maniobras de la primera carga del embalse por la carencia de un plan de autoprotección. Este pantano de cola, diseñado para completar el Segarra-Garrigues, cuyas obras finalizaron hace siete años y que ahora acumula 6 hm³, tiene capacidad para almacenar 79,8 pero en la práctica no puede llenarse con más de veinte porque ese es el máximo nivel de carga, alcanzado de manera inesperada con la crecida del río Set en 2020 por la tormenta Gloria, que ha sido certificado. El aumento de caudales de las últimas semanas daba para superarlo con creces: la diferencia en marzo entre el caudal ecológico (2,7 m³/s) y el que circuló (33,23) entre Oliana y Rialb supone un volumen de 82 hm³. Los 61 de más que pasaron por Lleida, donde los índices de referencia son 3,5 y 26,29, confirman, con los 16 que creció la reserva de Rialb y los perdidos en la llanura de inundación, la magnitud del episodio. El excedente alcanzó los 159 en Seròs, aunque incluye la aportación de afluentes como el Corb, el Sió y el Ondara. La conclusión es clara, la lentitud de la administración ha impedido disponer de un volumen de agua crucial para el Segarra-Garrigues e incluso para riegos de apoyo que piden muchos oleicultores y viticultores del ámbito del canal. Por mucho que viniéramos de tres años de sequía, la Generalitat no debió dejar estos trámites en un cajón. Seguro que los actuales dirigentes del Executiu podrán decir, y con razón, que ellos acaban de llegar y que no estaban al corriente de que L’Albagés carecía del preceptivo y obligatorio plan de evacuación para que la Confederación Hidrográfica del Ebro dé luz verde al llenado. Y tampoco erraríamos si el anterior Govern tuviera uno o mil argumentos para no programar tan pronto el llenado, pero la realidad es que se han tirado al mar al menos 60 hectómetros de agua que tal y como evoluciona el cambio climático y la escasez de agua podrían ser vitales y de alta utilidad para el progreso de Lleida.
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