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Las empresas catalanas tendrán acceso al 25% de los 5.000 millones de euros en avales que aprobó el martes el Consejo de Ministros para hacer frente a las consecuencias de los aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La cantidad, que va en proporción al peso que representan las empresas catalanas en las exportaciones a Estados Unidos, ha sido fruto de un acuerdo entre el Gobierno y Junts. La cláusula, según establece el real decreto, se aplicará a los instrumentos financieros “regulados” por este real decreto: la línea ICO de avales de 5.000 millones de euros y distintas herramientas para el apoyo a la internacionalización y la cobertura del riesgo. Esta proporción es la que indica el sentido común y las simples matemáticas: el que más vende en el extranjero es el que debe recibir más apoyo para frenar o diezmar las consecuencias negativas que evidentemente tendrán los aranceles, si no surge un acuerdo de última hora que devuelva la calma a los mercados, a las empresas y, evidentemente, a los trabajadores de estas firmas, que son al final quienes pagarán el pato de la más que posible recesión. De hecho, ayer mismo ya se rebajó la previsión de crecimiento para el 2025 en España. Que al PP esta proporcionalidad le parezca una “cesión intolerable” que hace que vea “más lejos” la posibilidad de apoyar el decreto de los aranceles propuesto por el gobierno español es una muestra más de que el partido de Feijóo ha perdido totalmente el sentido de estado y está dispuesto a marginar a empresas catalanas, tengan la ideología política que tengan, por un puñado de votos en el resto del estado. Lamentable.

“Besarme el culo”

Y mientras el PP nada contra corriente por un puñado de votos populistas, la estrategia arancelaria de Donald Trump está sacudiendo los mercados bursátiles de todo el mundo y pone en duda las relaciones diplomáticas de Estados Unidos. Al menos eso parecía en su discurso ante el Comité Nacional Republicano del Congreso, la noche del martes, en que, vestido de esmoquin, aseguró que lo tiene todo bajo control: “Les digo que todos los países nos están llamando, besándome el culo y se están muriendo por hacer un trato”. Sin duda, los países conscientes del daño que se puede hacer a la economía mundial intentan llegar a un acuerdo y la mayoría del poder político y empresarial norteamericano también, por lo que unas horas después tuvo que dar marcha atrás en su necedad e hizo lo que su vicepresidente ya aconsejó el lunes, es decir, pausar 90 días los aranceles para abrir un diálogo con la UE y resto de países del mundo. Deja al margen a China, su verdadero pulso y objetivo, y que también perderá.

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