Ciudades cada vez más impersonales
El anuncio de la subasta del histórico hotel Condes de Urgel de Lleida supone el fin de una época. En los últimos años, la ciudad ha sido testigo de un fenómeno que trasciende la simple desaparición de negocios: el cierre de establecimientos que han sido pilares de la vida urbana y cultural de la ciudad que dan paso a cadenas y franquicias. El mundo es cada vez más uniforme y las ciudades, cada vez más impersonales. La lista es larga: la pastelería Torres, fundada en 1853, la perfumería Estrella d’Or, también del siglo XIX, el mítico Baratillo Leridano, las imponentes Sederías Catalanas, la librería Urriza, los discos Orley con un escaparate disparado por la ultraderecha, el antiguo hotel Palace y, más recientemente, tiendas que también marcaron una época, como la Domingo’s. Son solo unos pocos ejemplos. El cierre de estos locales deja un vacío que va más allá de lo comercial, representa una erosión de la identidad urbana. Su desaparición implica la pérdida de un patrimonio intangible que definía el carácter de la ciudad. Es el caso del hotel Condes de Urgel. Se inauguró en 1960 y en seguida se convirtió en un referente, impulsado por la familia Rocafort. Su piscina causó escándalo, pero su éxito fue tan rotundo que en 1975, hace ahora cincuenta años, se inauguró un nuevo edificio que ampliaba la capacidad y el servicio del hotel. Este equipamiento acogió la primera edición del premio Vallverdú de ensayo y albergó al Nobel Camilo José Cela, entre otros ilustres huéspedes. Las causas de estos cierres son múltiples: la competencia de grandes superficies y cadenas, el cambio en los hábitos de consumo, la falta de relevo generacional y, en algunos casos, la falta de apoyo institucional para preservar estos negocios emblemáticos. Su preservación parece hoy en día una quimera. Las instituciones deberían ofrecer incentivos fiscales, programas de apoyo a la sucesión empresarial y campañas de concienciación sobre la importancia de consumir en establecimientos de Km0. Preservar estos negocios es preservar la memoria viva de las ciudades, el alma intangible que las hacía únicas.
La base del deporte
Las instalaciones deportivas de Lleida, que utilizan cada año miles de leridanos de todas las edades, se han quedado pequeñas y los clubes que las usan ven limitado su crecimiento. Además, estos equipamientos presentan deficiencias, que la Paeria quiere arreglar con una inversión de 6’3 millones de euros en tres años. Un plan renove para garantizar el deporte base del que se beneficiarán cincuenta recintos deportivos de la capital del Segrià. Sin duda, una inversión necesaria porque en el deporte base está la base del deporte.