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El Lleida CF bajó ayer el telón a esta temporada con una intrascendente derrota, ya que no tenía opciones de jugar el play off de ascenso. Sería simplemente un nuevo fracaso deportivo, porque inició la Liga con el objetivo de subir, si no fuera porque la situación del club, con impagos a sus jugadores y empleados desde el pasado mes de enero, hace posible que este pueda ser el último partido de la corta historia de esta entidad, heredera de la extinta UE Lleida. Un mes después de que su presidente, Luis Pereira, anunciara la inmediata presentación de un preconcurso de acreedores a la espera de poder concretar la aportación de inversores que pudieran salvar el club y hacerse cargo del mismo, porque ya avanzó que la próxima campaña él no continuará, nada ha cambiado a mejor, sino que ha sucedido todo lo contrario. Pereira –que a su vez salvó al club de una desaparición casi segura hace cuatro años– solo ha hablado una vez a través de un comunicado en la red X culpando del caos actual a una supuesta estafa por parte de una sociedad con sede en Dubái con la que había firmado un acuerdo el pasado febrero, no se ha dignado a contactar con jugadores y empleados y el preconcurso todavía no se ha presentado. Al margen de esta rocambolesca explicación de la que no dio cuenta cuando compareció en la ciudad a principios de abril, el mandatario ha criticado en numerosas ocasiones la falta de apoyo institucional. Sin embargo, al hacer balance hay que concluir que le han faltado recursos para levantar la gran losa de la deuda que dejaron los hermanos Esteve, no ha sabido buscar apoyos y ha quedado más aislado si cabe tras su ruptura con Vicente Javaloyes, que fue clave para su desembarco en la entidad. La desaparición de una entidad deportiva que además tiene cientos de seguidores fieles sería una mala noticia, así que ojalá que se acabe salvando, pero da la impresión de que ahora esto es solo un deseo con pocos visos de que pueda convertirse en realidad.

Más vigilancia en el campo

La campaña de la cereza ha comenzado en el Baix Segre con una incidencia inédita: los robos reiterados de esta fruta en las fincas. Aunque siempre ha habido hurtos, nunca se habían producido con tanta intensidad, de la que da idea el hecho de que agricultores denuncian que amigos de lo ajeno han llegado a entrar hasta 5 veces en un día en la misma parcela. Los afectados se quejan de la impunidad con que actúan los ladrones y exigen más vigilancia a las fuerzas policiales. Tienen toda la razón en esta reclamación, porque no puede tolerarse que además de enfrentarse a las dificultades que plantea el mercado y a las inclemencias metereológicas, los payeses deban asumir pérdidas provocadas por robos.

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