Sijena, de despropósito en despropósito
La sentencia del Supremo que ordena al MNAC retornar a Sijena las pinturas murales que fueron salvadas por la Generalitat republicana, después de que el monasterio de esta localidad fuera incendiado durante los primeros meses de la Guerra Civil, es cuestionable por múltiples motivos, tal como señalamos en esta misma sección, pero llama especialmente la atención que los magistrados hicieran caso omiso a los informes de los expertos que advierten del riesgo que supone para los frescos un traslado. No solo eso, sino que el fallo estableció un plazo muy corto, de 20 días, para llevarlo a cabo. Ahora, el MNAC ha acordado notificar una “incidencia judicial” para dar cuenta de su “incapacidad técnica” de ejecutar la orden. También ha decidido crear un grupo de trabajo formado por técnicos para evaluar las posibilidades de cumplir la resolución y ha invitado al gobierno de Aragón a participar en el mismo designando como representantes a los especialistas que considere convenientes. La respuesta del presidente aragonés, Jorge Azcón, ha sido que están abiertos a colaborar, pero destacando que debe fijarse un plazo temporal para materializar el traslado y que “no nos dejaremos tomar el pelo”. Precisamente, el conflicto por estas pinturas y por las obras que la Guardia Civil se llevó del Museu de Lleida por orden judicial en diciembre de 2017 se explica en gran parte por la incapacidad de los responsables políticos de buscar soluciones consensuadas que respeten los criterios de los expertos. Desde que el Vaticano aprobó hace 30 años segregar las parroquias aragonesas del obispado de Lleida, renunciando al que debería ser uno de sus cometidos, facilitar la concordia, tanto la diócesis de Barbastro-Monzón como las autoridades de Aragón han reclamado las obras de arte originarias de este territorio casi como si Lleida y Catalunya las hubieran robado, cuando sin la labor de personas como el obispo Messeguer o de Josep Gudiol, que preservó los frescos de Sijena, la mayoría de ellas se hubieran perdido o estarían en manos de coleccionistas privados.
Las culpas del gran apagón
El informe sobre el gran apagón del 28 de abril hecho público ayer por el ministerio de Transición Ecológica reparte las culpas entre Red Eléctrica Española (REE) y las compañías del sector. Señala que hubo sobretensiones y que el sistema “no disponía de suficiente capacidad de control de tensión dinámica” —de lo que es responsable REE— y que las centrales convencionales que debían ponerse en marcha para equilibrar la red no lo hicieron, pese a cobrar por ello —lo que depende de las eléctricas—. Paradójicamente, varios expertos llevaban tiempo avisando de esta situación, pero nadie hizo nada.