No peligra el planeta: peligramos nosotros
Un incendio mortal propagado a una velocidad de 28 km/h que provoca una nube vertical de humo y cenizas de 19 kilómetros de altura, alterada por vientos de 125 km/h que propagan las llamas con una virulencia que supera la capacidad de extinción de los Bomberos. Si esto no es el infierno, lo parece mucho, y ese infierno lo padecieron el miércoles la Noguera, el Urgell y sobre todo la Segarra, con un resultado de dos muertos, dos bomberos heridos y 5.600 hectáreas arrasadas. Lo peor es que no será el último. Al contrario. Son los llamados incendios de sexta generación o megaincendios, que superan cualquier capacidad de extinción. Han protagonizado dramáticos episodios en California, Grecia o Portugal y los científicos advierten que cada vez serán más frecuentes en toda la zona mediterránea. Todo eso es producto del cambio climático. En Lleida hemos superado los 35 grados el mes de junio durante 22 días, cuando la media histórica es de 4 días. El agua del mar ha alcanzado los 30 grados, lo que es una condición para pensar que puedan producirse en un futuro próximo episodios huracanados en el Mediterráneo. En París tenían ayer 39 grados. En Alemania, 40. En Londres los tuvieron hace dos años y las tabletas de chocolate se derretían en los supermercados porque no hay aire acondicionado. Tampoco en la mayoría de locales de Alemania o de París, ni en muchos del Pirineo de Lleida, donde cada año hay temperaturas más altas. ¿La solución a medio plazo son más aires acondicionados? Por supuesto que no, porque emitirán más emisiones que aumentarán más todavía el calentamiento global. No se puede hacer nada para evitar el cambio climático; está aquí y no se puede dar marcha atrás, pero sí se pueden tomar medidas para pararlo, o al menos para evitar que avance tan rápidamente. Las cumbres mundiales de países desarrollados deben llegar a pactos sólidos y deben cumplirlos. Porque el planeta no tiene ningún problema. Durante la pandemia nos quedamos en casa y la naturaleza emergió radiante. El problema lo tenemos nosotros, la especie humana. Cambios climáticos ha habido muchos a lo largo de la historia por causas naturales, algunos de ellos de cuando no existíamos todavía los humanos, pero el actual lo hemos causado sin lugar a dudas nosotros al basar el avance económico en la irresponsable emisión de gases. Lo peor de todo es que el negacionismo cada vez ocupa espacios de poder más importantes. Mientras todo el mundo científico alerta de los riesgos, Donald Trump llama a buscar más petróleo y a utilizar más coches con gasolina. Hay que tomar nota, una vez más, de la ignorancia terraplanista que triunfa en el mundo, y no solo con relación al cambio climático. También en otras perlas como la negación de la violencia machista o el estúpido mantra de que el feminismo ha ido demasiado lejos, para poner otros dos ejemplos.