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El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha demostrado un cinismo sin límites al pedir al Comité Internacional de la Cruz Roja que preste atención médica a los rehenes en manos de Hamás. Está claro que los secuestrados deben ser atendidos. No solo eso, sino que toda la comunidad internacional debería implicarse en su liberación. Ahora bien, a lo largo de los últimos meses la ofensiva de Israel en Gaza se ha cobrado ya más de 60.000 vidas, ha bloqueado el reparto de comida y asistencia sanitaria a la población palestina, su Ejército ha arrasado todas las casas y equipamientos, ha asesinado a decenas de personas que intentaban recoger alimentos y ha impedido la actividad en este territorio de la propia Cruz Roja y de otras organizaciones humanitarias. Las causas por las que el conflicto entre israelíes y palestinos ha llegado a la situación actual son muy complejas y se remontan a hace casi un siglo. Centrándonos en su último episodio, hay que concluir que es cierto que Hamás tiene la responsabilidad de haber encendido la mecha con el asesinato de más de un millar de personas y el secuestro de unas 250 que asistían a un concierto el 7 de octubre de 2023. Hamás es un grupo terrorista y esta acción puede ser considerada un crimen contra la humanidad. Sin embargo, la pregunta consiguiente es: ¿Justifica esta atrocidad la matanza que está llevando a cabo Israel en Gaza? La respuesta debe ser no. Porque es un crimen contra la humanidad todavía peor, con prácticas genocidas como limitar al máximo la distribución de alimentos para sembrar la hambruna entre la población, y disparando a matar o bombardeando a los que acuden a buscar comida cuando se reparte, aunque sean niños o mayores. Incluso el propio Gobierno israelí ha explicitado que impulsa una limpieza étnica para convertir este enclave en un lugar turístico de lujo… sin palestinos, tal como también propuso su gran aliado, Donald Trump. Netanyahu compara el trato que da Hamás a los rehenes que todavía están con vida con los crímenes nazis, a la vez que obvia que el paralelismo entre los militares hebreos que asesinan a personas indefensas simplemente por ser palestinas y los nazis que hacían lo mismo con los judíos solo por formar parte de este colectivo resulta espantoso. Que Israel sea un estado democrático y que a lo largo de su corta historia haya tenido que defenderse, y con mucho éxito, de agresiones de países árabes tampoco puede darle carta blanca para actuar como está haciendo. Y lo peor es la inacción de la comunidad internacional para parar esta masacre. La Unión Europea ha vuelto a demostrar su incapacidad para influir en el mundo, igual que la ONU, que depende de lo que digan las grandes potencias. La humanidad ha avanzado mucho, pero algo no cambia: manda el que tiene más fuerza. Y en este caso Israel tiene el apoyo total de EEUU.

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