Torreblanca en su laberinto
El segundo gobierno de la Generalitat tripartito y el ayuntamiento de Lleida impulsaron hace casi veinte años el proyecto de un gran polígono industrial en Torreblanca, al pie de la N-240 y a un par de kilómetros más allá de Els Mangraners. Encargaron el planeamiento y el Institut Català del Sòl adquirió 242 hectáreas por las que pagó más de 36 millones de euros, mientras que la actual Empresa Municipal de Agenda Urbana también compró una superficie similar. La iniciativa encalló a causa de la crisis económica, hasta el punto que el Incasòl arrendó para usos agrícolas los terrenos que había adquirido. No se volvió a hablar de Torreblanca hasta que en enero de 2021 el Govern, entonces formado por ERC y Junts, que también gobernaban en la Paeria, anunció que iniciaba los trámites para que pudiera estar ya en obras en 2023, con una superficie inicial de 240 hectáreas ampliable hasta las 430. Ambas administraciones destacaron que se trataba de un proyecto estratégico para Lleida y para el país, ya que tendría la mayor oferta de suelo de toda Catalunya destinada a grandes empresas. Poco después Junts salió del Executiu, pero Esquerra mantuvo la apuesta. Sin embargo, los plazos se fueron demorando. El PSC había presentado alegaciones cuando estaba en la oposición municipal y, al volver al gobierno en junio de 2023, pactó con la Generalitat unos cambios en el planeamiento para que el polígono quedara más lejos de Els Mangraners. Teóricamente, solo quedaba pendiente algún informe del ministerio de Transportes para poder formalizar la aprobación del plan director. Hace un año, los socialistas también pasaron a gobernar en Catalunya e igualmente defendieron que Torreblanca era una prioridad. Entre unas cosas y otras, han transcurrido más de cuatro años y medio desde que la Generalitat reactivó el proyecto y ni siquiera se ha aprobado su planeamiento básico. Además, los presupuestos prorrogados solo preveían una partida de unos pocos miles de euros para esta actuación, por lo que habrá que esperar a ver si el Parlament aprueba unas nuevas cuentas para el próximo año que incluyan una partida mucho más generosa. El proyecto de este polígono prevé una estación intermodal para facilitar el transporte ferroviario de mercancías a gran escala. Seguro que cuando esté en funcionamiento será un gran equipamiento, pero la realidad es que mientras tras cuatro años y medio la Generalitat todavía no ha dado luz verde al plan director –al que deberá seguir el proyecto de urbanización antes de poder iniciar los trabajos– a pocos kilómetros de Lleida, en Tamarit de Llitera, las obras para construir una estación de este tipo ya avanzan a todo ritmo, cuando su tramitación comenzó más tarde, impulsadas por una firma de capital leridano. Es una lección que deja bien claro que no todos los déficits propios son culpa de terceros.