El hambre como arma de guerra
Morir de hambre puede parecer cosa del pasado. Permitir que esto ocurra actualmente en una sociedad avanzada es simplemente una aberración y mucho más escandaloso es que sea un gobierno el que frene el acceso de alimentos para castigar a alguien o a un conjunto de población, siendo los niños las principales víctimas de esta sádica práctica. Pues esta barbaridad se está dando a escasas tres horas de vuelo de Catalunya y, pese a las críticas y manifestaciones que se suceden por todo el mundo, ningún organismo supragubernamental parece que pueda, o quizá sería mejor decir quiera, hacer nada para frenar esta barbarie inhumana. Es fácil de adivinar que nos estamos refiriendo a Gaza. Y es que la cifra de niños muertos en esta zona por causas relacionadas con la desnutrición o el hambre desde el inicio de la ofensiva israelí se elevó ayer a 100, según el último recuento publicado por el ministerio de Sanidad del enclave palestino. Esto supone que casi la mitad del total de muertos por desnutrición, que son ya 210, han sido menores en estos casi dos años de ofensiva israelí contra Gaza. Los hospitales de la Franja registraron el sábado cinco fallecidos por inanición, entre ellos dos niños, siguiendo así una nefasta línea ascendente puesto que, durante el mes de julio, las muertes en Gaza por falta de alimentos se dispararon después de meses de bloqueo a la entrada de ayuda humanitaria por parte de Israel, que controla todos los accesos al territorio. Cabe recordar que entre el 2 de marzo y el 19 de mayo el bloqueo fue total, mientras que el flujo de ayuda es ahora muy limitado e insuficiente, según denuncian las organizaciones humanitarias, puesto que en la última semana 1.900 camiones de ayuda pudieron acceder a Gaza, lo que supone una media de 270 diarios frente a los 600 que serían necesarios. Estas cifras avergonzantes forman parte del recuento general de víctimas dado a conocer ayer por las autoridades de Gaza: son ya 61.430 muertos y 153.213 heridos desde que Israel comenzó hace casi dos años la ofensiva contra el enclave, incluidos 61 fallecidos y 363 heridos el sábado. Así, desde que el 18 de marzo el Ejército israelí rompió el alto el fuego pactado en enero con Hamás y relanzó la ofensiva militar, 9.921 personas han muerto y 41.172 han resultado heridas, si bien se teme que la cifra sea mayor debido a que hay zonas inaccesibles para los equipos de búsqueda y rescate. Dejando al margen el origen del conflicto, es necesario encontrar una solución que zanje esta barbarie. Miles de personas se manifestaron el sábado en Tel Aviv, entre ellas familiares de los secuestrados por Hamás, exigiendo el fin de la guerra porque de ello depende que puedan volver a ver con vida a sus seres queridos. Ni la población civil palestina ni la israelí son culpables de tener a unos dirigentes impresentables y, a todas luces, inhumanos.