¿Será capaz Sánchez de cuadrar el círculo?
Pedro Sánchez ha demostrado ser un superviviente nato. Menos de un año después de dimitir como secretario general del PSOE ya volvía a liderarlo tras renacer cual Ave Fénix e imponerse en las elecciones internas a Susana Díaz, que contaba con el apoyo de todo el aparato del partido. Al cabo de doce meses se convirtió en presidente del Gobierno al prosperar su moción de censura contra Mariano Rajoy, a pesar de que los socialistas solo disponían de 84 diputados, ya que en 2016 habían registrado su peor resultado desde la restauración de la democracia. En 2019 ganó las elecciones sin mayoría absoluta y al no llegar a un acuerdo con Podemos, hubo que esperar a la repetición electoral para que fuera investido. Casi acto seguido, el nuevo Gobierno tuvo que afrontar la irrupción de la pandemia de la covid. Y en los comicios de 2023 el PSOE fue superado por el PP, pero Sánchez logró pactar con todas las formaciones de izquierdas y con Junts para lograr ser investido por la mínima. Han pasado dos años, y la situación ha ido a peor. Por un lado, Podemos dejó la coalición Sumar y se ha ido desmarcando de este acuerdo inicial y, por el otro, Junts está tensando la cuerda hasta tal punto que parece difícil que no se rompa. En los últimos meses ha votado en varias ocasiones lo mismo que el PP y Vox para vetar iniciativas estrella del Gobierno, como la de la jornada laboral de 37,5 horas. La tramitación de los Presupuestos del Estado para el próximo año determinará si la legislatura ha quedado definitivamente encallada o no. El jueves, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero se reunió con los dirigentes de Junts en Suiza para intentar acercar posturas, pero los de Puigdemont dejaron caer ayer que “las conversaciones no van bien”. Además, los jueces entorpecen el punto principal del pacto de investidura con esta formación, que era la ley de amnistía. Y si al final logra su apoyo, Sánchez deberá conseguir también el de los 5 diputados de Podemos. No es imposible, pero se asemeja cada vez más a la cuadratura del círculo. Siempre queda la opción de continuar gobernando sin presupuestos, el problema es que su capacidad de acción quedará reducida al mínimo.
El chocante “no” al catalán
El canciller alemán y dirigentes de otros países, básicamente de partidos de derechas, se resisten a que el euskera, el gallego y el catalán sean oficiales en la UE, a pesar de que hay varias lenguas que lo son con muchos menos hablantes que este último. Entonces, ¿qué impide ampliar los idiomas oficiales, teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías permiten resolver los supuestos problemas que generaría? Hay que dar la razón a Salvador Illa cuando apunta al PP como uno de los responsables del veto.