Lleida debe tener una sanidad de primera
Si una persona que tiene como hospital de referencia el Arnau de Vilanova de Lleida sufre un ictus de 9.00 a 14.00 horas en un día laborable, sus posibilidades de supervivencia y de no sufrir secuelas serán mayores que si lo padece fuera de este horario o los fines de semana y festivos. Parece una broma macabra pero es la realidad, tal como publicamos en nuestra edición de ayer. Esta situación se debe a que este hospital solo practica durante este horario la trombectomía mecánica, una cirugía mínimamente invasiva con la que se introduce un catéter por un vaso sanguíneo para extraer el coágulo. En el resto de la jornada y días, los pacientes son enviados al Vall d’Hebron, en Barcelona. Como suele ser habitual en otras prestaciones públicas, Lleida está a la cola de Catalunya, porque Barcelona y Girona disponen de este servicio durante las 24 horas y Tarragona, 12, aunque en este caso Salud ya está trabajando para ampliarlo. Hay que esperar a que el Parlament apruebe la propuesta de resolución presentada por Junts para que el Arnau no sea menos que el resto de hospitales de referencia de cada demarcación y que Salud actúe en consecuencia lo antes posible, teniendo en cuenta que el propio departamento afirma que es “una necesidad estratégica”. Por mucho que pasen los años y cambien los gobiernos, la verdad es que el territorio que queda más allá de La Panadella continúa viéndose muy lejos desde Barcelona. Como hemos indicado en diversas ocasiones, los sucesivos presidentes y muchos consellers de la Generalitat han manifestado su voluntad de trabajar por el reequilibrio territorial de Catalunya cuando visitan las comarcas de Ponent y del Pirineo. El problema es que los hechos les acaban desmintiendo, porque suelen primar Barcelona y su entorno, que concentran más del 60% de la población catalana. No obstante, también toca hacer autocrítica. Independientemente de cuáles sean los motivos, dentro de los partidos políticos que han ostentado el poder en la Generalitat en las últimas décadas no hay ni ha habido dirigentes procedentes de Lleida con un peso relevante en los mismos. Ni tampoco parece que los líderes territoriales sean capaces de marcar unas líneas de actuación que sean vistas como prioritarias en los centros de decisión. Y por lo que respecta a la denominada sociedad civil, hace tres años las principales patronales y sindicatos y entidades como la Cámara de Comercio y el consejo social de la UdL pusieron en marcha el denominado Fòrum Secore, con el objetivo de consensuar qué acciones son más necesarias para la demarcación y proponerlas a todas las administraciones –desde las locales hasta la estatal– para que las materialicen. Hay que decir que el balance ha sido más bien modesto a nivel de efectividad, porque proyectos considerados muy relevantes, como el del futuro polígono industrial de Torreblanca, han seguido sin avanzar.