Mazón y el descrédito de la política
Ayer se cumplió el primer aniversario de la gran tragedia de la dana de València, que provocó 229 muertos. Muchos damnificados no han podido rehacer sus vidas, las zonas afectadas continúan lejos de estar reconstruidas y, paradójicamente, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, sigue sin haber dimitido. Durante estos doce meses ha quedado sobradamente acreditado que él personalmente –y también su gobierno– se comportó de forma negligente cuando las lluvias torrenciales ya estaban provocando estragos. La Aemet había activado la alerta roja por la mañana, por lo que si se hubieran aplicado los protocolos de emergencias, todas o al menos la mayoría de las muertes podrían haberse evitado. Pero Mazón decidió mantener su agenda, que incluía una comida en el restaurante El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana. Varios medios publicaron el martes que durante las casi cuatro horas que permaneció en este local el 112 recibió 35 llamadas por minuto pidiendo auxilio. Ha quedado probado que mintió en diversas ocasiones: sobre la hora en que asumió el mando de las operaciones o cuando dijo que estaba puntualmente informado en todo momento. Además, ha utilizado a su gobierno para difundir vídeos manipulados. Por si todo esto fuera poco, en los últimos días se ha sabido que, tras salir del restaurante, acompañó a la periodista al parking donde esta tenía su vehículo en lugar de acudir directamente al Palau de la Generalitat. Ha sido a partir de esta nueva revelación que su partido, el PP, ha empezado a desmarcarse tímidamente de él después de haberle apoyado durante todo el tiempo a pesar de las múltiples evidencias que demostraban una conducta impropia de un responsable institucional ante un desastre como el de la dana. Y como guinda de este pastel indigerible, el presidente del Govern Valencià acudió ayer al funeral de Estado celebrado en el Museu de les Ciències, cuando las principales asociaciones de familiares de las víctimas habían pedido que no estuviera presente. Lo hizo después de que por la mañana hubiera protagonizado una declaración institucional en la que su única autocrítica fue que “tratamos de hacer lo mejor en una circunstancia inimaginable, pero en muchos casos no fue suficiente, y hoy de nuevo debemos reconocerlo”. Dirigentes como Mazón desacreditan no únicamente a su partido, sino al grueso de la clase política en beneficio de la ultraderecha. En una de las últimas páginas de su monumental biografía de Hitler, el historiador Ian Kershaw sitúa entre las claves que permitieron su acceso al poder, aparte de la humillación sufrida por Alemania en la Primera Guerra Mundial y la crisis económica, “una fuerte polarización social, política e ideológica y lo que se percibía en general como un completo fracaso de un sistema político desacreditado”. Se parece bastante al panorama actual.