La sanidad pública se nutre de los impuestos
Un milagro. De esta forma definen los padres de Eudald, un bebé que nació a las 24 semanas de gestación pesando solo 590 gramos y midiendo 32 centímetros, que haya sobrevivido y que tras cuatro meses ingresado en el hospital Arnau de Vilanova ahora esté en casa. Tal como informábamos en nuestra edición de ayer, sus progenitores también destacan el trabajo “excepcional” del personal del centro. El caso de Eudald ilustra la importancia de disponer de profesionales competentes y de equipamientos avanzados en la sanidad pública, que es la que atiende a todos los ciudadanos. Para ello es necesario contar con un presupuesto suficiente, que en su gran mayoría procede de la recaudación obtenida con los impuestos. Hay que recordarlo, porque a tenor de encuestas publicadas el pasado verano, tanto de ámbito catalán como estatal, cada vez hay más personas, especialmente hombres jóvenes, que consideran que se viviría mejor si no se pagara ningún impuesto. Si fuera así, sería una especie de ley de la selva, donde los más ricos podrían costear todos los tratamientos médicos que necesitaran y los pobres quedarían excluidos de ellos o solo podrían acceder a los más básicos, como sucede en EEUU, país donde Donald Trump todavía quiere ampliar más esta brecha. En lugar de en si hay que pagar o no tributos, habría que poner el foco en dos aspectos. Uno es cómo están repartidos, porque da la impresión que la clase media, parte de la cual se ha empobrecido desde la crisis de 2008, es la que soporta el grueso de la presión fiscal, mientras las grandes fortunas, empezando por la del rey emérito, escapan a ella. Y el otro, es cómo se gestiona el dinero recaudado, sobre lo que hay sobrados ejemplos de ineficiencia. En esta línea, hay que suscribir el mensaje que dio hace unos días Juan Roig, presidente de Mercadona y la quinta persona más rica de España, cuando dijo que “tenemos que pagar impuestos. Es algo muy bueno y muy sano y hay que estar orgullosos. El problema no es pagar mucho, es cómo se gestiona”.
La “fuga” de médicos
Precisamente, una de las claves para que Lleida deje de ser la provincia que “exporta” más médicos a otros lugares del Estado es mejorar sus instalaciones sanitarias. Es cierto que hay otros factores que contribuyen a esta situación, como que la mayoría de estudiantes de Medicina de la UdL proceden de otras demarcaciones, o que Barcelona y sus hospitales tienen un gran atractivo para los facultativos que empiezan a ejercer. Sin embargo, contar con servicios que solo se prestan en la capital catalana y para los que hay una masa crítica suficiente de pacientes sería clave, así como equiparar el salario de los médicos catalanes con los de otras comunidades.