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Los centros educativos de Lleida están recibiendo durante los últimos cursos a miles de alumnos que llegan con el curso ya comenzado o bien durante los meses de verano, por lo que estos tampoco han tenido ningún contacto con la escuela o el instituto. Solo en la capital, entre Infantil, Primaria y ESO, cada año son unos 1.500. Más de la mitad proceden del extranjero y no entienden el catalán, que es la lengua vehicular. El departamento de Educación habilita aulas de acogida en diversos centros, pero los docentes afirman que su número es insuficiente. La realidad avala esta denuncia, porque en lo que va de este curso hay colegios que han tenido que escolarizar como si fueran unos alumnos más a niños que no saben ni una palabra de catalán ni de castellano. La diversidad en las aulas cada vez es mayor, tanto por este flujo constante de recién llegados como por la aplicación del decreto de educación inclusiva. Esta norma se aprobó con un objetivo muy loable: que los niños con discapacidades, salvo que estas sean graves o severas, dejaran de estar escolarizados en centros especiales y vayan junto a los de su edad en escuelas convencionales. No hay nada que criticar sobre la finalidad, el problema es la falta de medios, porque muchos de estos menores necesitan un apoyo individual que un maestro no está en condiciones de dar en una clase con una veintena de alumnos, a lo que hay que añadir que seguramente su formación no ha incluido ningún apartado que le diera pautas para atender a estos niños. Educación facilita veladores, que desarrollan una función de asistente personal, pero tanto su número como las horas que tienen asignadas están lejos de cubrir las necesidades existentes. La diversidad provocada por estos dos factores, ya de por sí compleja, aumenta todavía más por la creciente desigualdad social. Así que los docentes deben enfrentarse a una realidad muy compleja sin medios suficientes, lo que, junto con las quejas por los recortes salariales efectuados durante la crisis y no revertidos, explica su actual descontento.

El origen de la peste porcina

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, manifestó ayer en el Parlament que de momento no hay nada que permita concluir que el virus que provocó la peste porcina haya salido de algún laboratorio o centro de investigación catalán que trabaja con él y que los procedimientos de seguridad que hay en todos son los adecuados. Detalló que hay cinco líneas de trabajo abiertas para determinar su origen. Hay que esperar, pero a la vez hay que pedir diligencia para aclarar cuanto antes el origen de este foco, confiando en que las medidas adoptadas continúen sirviendo para evitar su expansión.

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