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Filip Djuran se tira al suelo para recuperar un balón.

Filip Djuran se tira al suelo para recuperar un balón.ÒSCAR MIRÓN

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Una vez superado el doble compromiso en campo propio, ante Castellón y Araberri, el calendario nos marca cuatro partidos más para cerrar una temporada irregular, llena de altibajos y sabor agridulce donde las lesiones y las huidas han puesto el acento y mermado al equipo de manera superlativa.

Nadie puede negar capacidad de trabajo, dedicación, profesionalidad y entrega a una plantilla de jugadores que se han vaciado en la pista y que, excepto en contadas ocasiones, han salido siempre con la cara bien alta ante rivales de superior categoría y presupuestos más altos. Ahora corresponde enfocar la recta final del calendario con la ilusión del principiante y la solera de un club que ha estado en la élite y que arrastra una importante multitud de socios y aficionados a uno de los pabellones estrella de la categoría.

El Força Lleida es un club querido, respetado y admirado por toda la familia del basket español, incluyendo la sección arbitral y de entrenadores. Este rédito nos lo hemos ganado a pulso semana tras semana tanto en la pista como en los despachos.

Los cuatro partidos que quedan tienen que prepararse como si se tratara de cuatro finales. Máxima tensión y mínimo relax. Ya tendremos tiempo para hacerlo en la playa o en la montaña porque el verano será largo. Demasiado largo para los que nos gusta vibrar en el Barris Nord.

Todos sabemos que jugar el play off es complicado y que, en caso hipotético y que salga la carambola, la primera eliminatoria sería ante un Bilbao o un Oviedo.

Sí, ya lo sabemos, pero no por conocido debemos obviar que, a veces, los sueños se hacen realidad. Ya lo sabéis, cuatro partidos, cuatro finales.

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