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El portero del Andorra atrapa un centro de Alpha al que no llegó Eder.

El portero del Andorra atrapa un centro de Alpha al que no llegó Eder.CARLES MIRANDA

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Alguien dijo que ningún marinero se hace experto sobre un mar tranquilo. Vaya, básicamente, que en ausencia de olas cualquiera puede navegar. Hasta ahora, Molo se había encontrado con un mar relativamente tranquilo, lo que le ha permitido conducir su nave hacia las posiciones de play off. Resultados favorables que han conducido a unas estadísticas muy positivas; pocos problemas y, por tanto, aparentemente bien resueltos y una inercia positiva que le ha permitido volver a sentir esa comunión con una grada que le adora y que ya mantuvo en su etapa de jugador.

Pero han llegado las primeras olas, los primeros rápidos y la navegación ha dejado de ser tranquila. No hay motivo de alarma, pero ahora es cuando hay que demostrar que se sabe navegar en un mar que ha empezado a agitarse. Ayer perdió un partido en el que el Lleida no dio en ningún momento la sensación de poder vencer. Ha ganado un partido de los últimos seis y ha sumado 1 punto de 9.

Esto es muy largo y hay muchos obstáculos a lo largo del camino. Molo ya ha sufrido su primera expulsión, tan absurda como evitable. Y de mal vender, por mucho que su justificación fuera que su enfado era con Liberto, “no con el árbitro ni con el banquillo rival”. Pero es que no se trata de un detalle menor, puesto que recriminó a su jugador por una acción de fair play. Ese mismo día fue expulsado Trilles. Ayer, Alpha. Tampoco hace falta que las olas se agiten desde el propio barco.

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