‘Un mundo feliz’ de Vince Gilligan
Carol Sturka (Rhea Seehorn), la “mujer más desgraciada del planeta”, tiene como misión salvar al mundo de la felicidad. Con esta escueta sinopsis, el cineasta Vince Gilligan (Expediente X, Breaking Bad) ha logrado seducir a millones de espectadores en todo el globo –número 1 en 80 países desde su estreno, incluyendo Estados Unidos y España, con una valoración inicial del 100% en portales como Rotten Tomatoes– para regalarnos una apuesta de autor tan ambiciosa como insólita en su tono. La trama arranca con un descubrimiento astronómico que desata un insólito “contagio” en la Tierra, convirtiendo a casi toda la humanidad en una colmena feliz y armoniosa. Precisamente, el título de la cinta alude a la locución latina E pluribus unum, cuyo significado es “de muchos, uno”. En este contexto, nuestra protagonista, considerada como un error del sistema, emprende un viaje entre el duelo y la resistencia para entender qué nos hace individuos, qué sacrificamos al integrarnos y si merece la pena salvar una sociedad que, por fin, cohabita en paz. Desde Albuquerque, Nuevo México, a reuniones de inmunes en Europa, la cinta de nueve episodios mezcla la sátira con la ciencia ficción y el suspense desde una perspectiva claramente humanista, jugando a descolocar al espectador con una deliberada opacidad y el pausado ritmo de su guion. Aunque las comparaciones son odiosas y a pesar del excelente recibimiento de la audiencia, parte de la crítica ha señalado que el show no está a la altura del universo Heisenberg, también obra de Gilligan. Desde aquí, no podemos estar en más desacuerdo. El arranque del capítulo piloto es uno de los mejores visto en años, la historia desborda originalidad y la intriga se sostiene desde el primer hasta el último minuto. A la espera de la conclusión de la temporada inicial, sí comparto la duda de que la segunda parte –ya encargada por Apple– logre estirar el interés de la premisa o si por el contrario perderá fuelle como, lamentablemente, suele ocurrir en creaciones de estas características. Si para el novelista Aldous Huxley Un mundo feliz (1932) suponía un distópico escenario sometido por el manejo de las emociones mediante narcóticos, Gilligan lo ha elevado a la máxima potencia –extraterrestre– con una espléndida interpretación de Seehorn en el papel principal. El libre albedrío contra el sueño de una existencia idílica. El orden y el control frente a la persistencia de ser humanos.