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Regreso forzoso al hogar

Los servicios esenciales van a cargo de las mujeres, que son las más afectadas por la crisis || El feminismo, en alerta

J. Howard Miller creó este icónico cartel en 1943 para levantar la moral de las trabajadoras.

J. Howard Miller creó este icónico cartel en 1943 para levantar la moral de las trabajadoras.

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Lo advertía esta misma semana la aranesa Mireia Boya: “la función de las escuelas no es garantizar la conciliación. Esto es obligación de administraciones y empresas”. Pero lo cierto es que el teletrabajo y los ERTE (en el mejor de los casos) han obligado a un regreso forzoso al hogar de muchas mujeres que se enfrentan con incertidumbre a la desescalada porque no saben qué van a hacer con sus hijos. Medio siglo después de la incorporación generalizada de la mujer al mercado laboral la pandemia por la Covid-19 puede suponer un retroceso. “Estoy convencida de ello”, lamenta la historiadora Antonieta Jarne. “El virus actúa de forma democrática y nos afecta a todos por igual, pero sus efectos no lo son y han acentuado las desigualdades socioeconómicas y de género”. La líder feminista Anna Ariño cree que el coronavirus ha visibilizado un problema “de precarización laboral” que viene de lejos. Alerta de que si se tiene un contrato precario, “a menudo a media jornada”, o se trabaja en la economía sumergida, como la gran mayoría de empleadas domésticas o cuidadoras de gente mayor, “no salga a cuenta” y se opte por priorizar la familia. La paradoja es que, “a pesar que de un 70% de las personas que trabajan en servicios esenciales como supermercados, residencias geriátricas, sector sanitario y limpieza son mujeres”, ellas serán las grandes damnificadas. Imma Romeo, responsable de la Secretaria de les Dones de CCOO en Lleida, insiste en esta contradicción. “Las trabajadoras están sufriendo la crisis del coronavirus de manera muy directa, a pesar de que son claves en los servicios esenciales”. También se llevan la peor parte del paro. Son mayoría en sectores como el del turismo, la hostelería y el comercio, que fueron los primeros en tener que cerrar. “La mujer ha perdido autonomía y se ha visto abocada a regresar a casa”. Incluso en el caso de que teletrabajen, el peso del hogar recae sobre ellas. “Las mujeres están soportando mucha carga”. Las jóvenes también ven el vaso medio vacío. La actriz Violeta Porta pone el dedo en la llaga. “Somos una generación precarizada y frustrada”. Pero, “aunque ganemos poco, dejar de trabajar para cuidar la familia siguiendo un rol de maternidad tradicional sería no haber aprendido nada de nuestras madres y abuelas”. Porta subraya que solas no pueden cambiar siglos de patriarcado. “Los hombres tienen que reflexionar. No se trata de ayudar, sino de compartir”, porque lo estresante “es llevar la carga mental de la organización de una casa”.

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