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10 cosas para tener en cuenta al inicio del curso escolar

El proceso de adaptación, apuntarlos o no a las extraescolares, firmar los derechos de imagen o sumarse a los grupos de Whatsapp de la escuela son algunos temas importantes

Imagen de archivo de una clase en una escuela de las comarcas de Lleida.

Imagen de archivo de una clase en una escuela de las comarcas de Lleida.SEGRE

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El inicio del nuevo curso escolar es, para los padres, el momento de tomar algunas decisiones, ayudar a los niños a recuperar algunos hábitos e incluso lindar con ellos posibles miedos.

Según los expertos, estos son los diez puntos que todos los progenitores nos tendríamos que plantear cuando empieza el curso escolar para que los nueve meses siguientes vayan como una seda.

El proceso de adaptación. Después de las vacaciones, volver al día a día, incluyendo los horarios estrictos del colegio o el instituto, se nos puede hacer una montaña. Pero los expertos recuerdan que lo que es extraordinario son las vacaciones, por lo cual "volver a la rutina tiene que ser un proceso natural que podemos anticipar algunos días recuperando ya horarios parecidos, aunque no sean iguales, en los de la escuela," aconseja Jordi Perales, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y tutor del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC. Sylvie Pérez, también profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, advierte que lo que importa de las vacaciones es que hayan sido un tiempo de ruptura de las rutinas habituales del día a día relacionado con los horarios escolares, "y ser conscientes que eso, que es positivo para todos, es lo que al mismo tiempo tiene que ayudar a afrontar el retorno a la escuela asumiendo de alguna manera que los primeros días serán difíciles para todo el mundo". Según la profesora de la UOC, esta es una buena manera de prepararse siempre que no se viva desde la angustia o la nostalgia por|para lo que dejamos, sino afrontándolo como "lo que hace falta en aquel momento, que es el retorno a la tranquilidad o la vorágine de las rutinas diarias."

Los grupos de WhatsApp de la escuela. Resulta casi inevitable: por más que no lo acabamos de ver claro, se suele acabar imponente la necesidad de crear vínculos con los padres de los compañeros de los niños formando parte del grupo de WhatsApp que tengan. Pero es cosa de cada uno como intervenimos. Los expertos coinciden en señalar que el problema no es el instrumento, sino el uso que se hace. Como comenta Nati Cabrera, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, una cosa es mantener buenas relaciones con la comunidad de padres y otra convertir la relación entre padres en una agenda paralela que evite que los niños hagan el esfuerzo que tienen que hacer para asumir sus responsabilidades. Coincide en eso con Sylvie Pérez, que recuerda que estos grupos no se tienen que utilizar nunca "para encontrar ropa perdida, para preguntar de qué página de qué libro hay que hacer los deberes, para hacer comentarios que puedan ser|estar poco correctos o educados, y en ningún caso tampoco para criticar lo que han hecho los hijos de los otros padres en clase, porque eso se tendría que resolver en la escuela".

¿Continuarán los grupos burbuja? ¿Volverá la semipresencialidad? Como se pueden afrontar las incertidumbres por la COVID-19. La situación sanitaria es nueva para todo el mundo, también para los más pequeños. Y aunque en principio la escuela haya garantizado la presencialidad durante todo el curso, los alumnos tienen que saber que estamos en una situación de incertidumbre. "Prepararse para la incertidumbre no es fácil, sobre todo cuando se buscan certezas que afirmen los aprendizajes. Pero los niños tienen una gran capacidad de adaptarse a situaciones nuevas", recuerda Jordi Perales, el cual añade que la parte positiva es que, después de más de un año de pandemia, los alumnos ya pueden empezar a anticipar qué pasará si hay una semipresencialidad, "y la anticipación a situaciones nuevas puede facilitar que se adapten".

¿Extraescolares, sí o no? Los expertos afirman que resulta positivo dejar que los niños desarrollen los intereses en lo que quieran, y, si les gusta la música o el deporte, apuntarles a clases extraescolares en estas u otras disciplinas en que tengan interés es buena idea. Pero eso está así siempre que tengamos presente que estas actividades extraescolares no tendrían que ser repasos porque|para que puedan sacar mejores notas, señala el tutor del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC. Además, los expertos recomiendan que, en caso de que se apunten a extraescolares, estas clases no ocupen cada tarde de la semana laboral, sean siempre actividades consensuadas con los niños y no impuestas y, en la medida en que se pueda, se mantengan un par de trimestres. "Si nos parece que nos hemos equivocado o lo parece al niño, hay que darse tiempo y también enseñar que se tienen que mantener las decisiones acordadas", señala Sylvie Pérez.

¿Qué comporta ceder imágenes de los niños a la escuela? En la mayoría de los centros educativos, al principio de curso se suele pedir el consentimiento de los padres para poder hacer fotos a los niños e informar a los representantes legales de las actividades realizadas, o bien, utilizarlas para hacer publicidad del centro por medio de redes sociales o medios de comunicación. Obviamente, cada progenitor decide qué quiere hacer, sin embargo, si el menor tiene más de catorce años, será él mismo quien dará el consentimiento. Por debajo de esta edad, hace falta el consentimiento de los representantes legales. Sin embargo, para determinadas actuaciones el criterio será tener en cuenta la madurez del menor para determinar quién decide. Pero sean los padres o el hijo mayor de catorce años quien lo proporcione, eso no es un cheque en blanco. En cualquier caso el uso de la imagen de un menor tiene que estar delimitada por la finalidad que determina la Ley Orgánica de Educación, es decir, la función de educación y orientación propia de los Centros docentes. Cómo explica Mònica Vilasau Solana, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC y directora del posgrado de Protección de Datos de la UOC, aunque se tenga el consentimiento, sea del menor o del representante legal, el centro educativo no puede hacer uso de las imágenes del niño como|cómo quiera, ya que la Ley orgánica 1/1996, de protección jurídica del menor, dice que la difusión de información o la utilización de imágenes o nombre de los menores en los medios de comunicación que puedan implicar una intromisión ilegítima en su intimidad, honra o reputación, o que sean contrarias a sus intereses, determinarán la intervención del Ministerio Fiscal, que instará inmediatamente en las medidas cautelares y de protección previstas en la Ley y solicitará las indemnizaciones que correspondan por|para los perjuicios causados (artículo 4.2 de la Ley orgánica 1/1996).

Si hay cambio de compañeros. ¿Qué podemos hacer si en este nuevo curso no encontrará a los compañeros de siempre, bien porque el mismo centro ha decidido reagrupar a los alumnos, bien porque se estrena en un colegio nuevo? La recomendación de los expertos es confiar en la capacidad de sociabilització del niño, aunque puede tener alguna ayuda. Jordi Perales aconseja explicarles que a la vida tendrán que estar con compañeros que no siempre les gustarán, y que eso, aunque al principio no les parezca bien, "puede implicar una oportunidad de conocer personas diferentes que quizás los pueden aportar mucho más de lo que piensan a priori".

Echar una mano con los deberes o dejar que los hagan ellos. Es otro de las dudas frecuentes entre padres y madres: ¿es mejor ayudarlo a hacer las tareas o dejar que intente hacerlas por|para su cuenta? La respuesta es que la ayuda, si hace falta, siempre es positiva. Pero no son los padres los que tienen que hacer los deberes. Como explica Perales, los deberes son una actividad de refuerzo que los docentes encargan a los alumnos de acuerdo con lo que se ha trabajado en clase. Por lo tanto, todos los alumnos, aunque sea teóricamente, saben hacerlos. Otra cosa diferente es que los padres faciliten el momento, la situación, el espacio, y alguna pequeña explicación y todo si hace falta. ¿Pero qué pasa si vemos que nuestro hijo no sabe hacer los deberes? La recomendación es notificarlo al maestro para que pueda valorar la situación y adaptar los futuros deberes a cada alumno.

¿Horarios estrictos también en casa o flexibilidad? Llegar de la escuela y bajar a la plaza a jugar con los amigos es casi obligado después de una larga jornada escolar. ¿Pero tendríamos que marcarles algún tipo de horario para que vuelvan a casa a una hora determinada para hacer las tareas del día siguiente? Depende de la edad que tengan, responde Sylvie Pérez. Según la profesora de la UOC, en etapas como el final de la secundaria, y la enseñanza postobligatoria, los alumnos han tenido que aprender a autogestionarse el tiempo, tienen que saber en qué momento hacen más bien las tareas o cuánto tardan a hacerlas. Pero si hablamos de sus primeras tareas, puede ser conveniente acompañarlos a encontrar y conocer de qué manera les va más bien y poco a poco ir generando autonomía en este sentido.

El cambio de etapa. Pasar de primaria a la ESO o de la ESO al bachillerato puede generar miedos. Pero la verdad es que los alumnos saben desde que son pequeños qué itinerario harán a la escuela y el instituto. "Todos los alumnos saben ya en primero o segundo de primaria que, después de sexto, vendrá el instituto con la ESO. Por lo tanto, han podido anticipar estos cambios. Lo que genera incertidumbre es la no anticipación, no el hecho del cambio en sí", recuerda Perales. Si es posible, animarlas a compartir estas incertidumbres con otros alumnos que ya estén en las etapas superiores puede ayudar mucho, porque para ellos son testigos|testimonios más próximos.

Como se tiene que tratar la angustia por un nuevo curso "más difícil". Según los expertos, es normal que hayan oído que cada curso es mucho más duro que el que acaban de acabar, y es cierto. Como explican, hace falta que cada curso sea más difícil que el anterior "por la sencilla razón que, por simple desarrollo evolutivo, cada año que pasa, el alumno es capaz de solucionar cuestiones más complejas", comenta el profesor Perales. No obstante, tanto docentes como familias tienen que prestar atención a la evolución de cada alumno "para poder adecuar las decisiones sobre los niños según cómo respondan a cada situación. Si una familia detecta situaciones de angustia, lo tiene que notificar al maestro o profesor asignado, para que pueda actuar en consecuencia", advierte.

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