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Un impulso para el turismo de proximidad y el teletrabajo

El empleo a distancia, aunque lejos del boom inicial, crece || El alcalde del Pont destaca que ahora está visitantes todo el verano

Antonio Solà, vecino de Riu de Cerdanya.

Un impulso para el turismo de proximidad y el telebreball

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Antes de la pandemia, sólo el 5% de los empleados teletrabajaban, porcentaje que durante el confinamiento domiciliario inicial pasó a rozar el 20%. La relajación de las restricciones motivó que muchos volvieran al trabajo presencial, y el octubre pasado el porcentaje había bajado al 10%. Cristina Torre, de CCOO, apunta que habrá que esperar el EPA del segundo trimestre para tener la foto final. De todos modos, indica que aunque se quede en un 10%, sería un gran salto que en condiciones normales habría necesitado al menos veinte años. Torre añade que un número significativo de empresas han acordado con el personal un teletrabajo parcial de un día a la semana o dos, en este caso esporádicamente, para no superar el 30% de la jornada, ya que a partir de este límite se tiene que modificar el contrato.

El boom inicial del teletrabajo se notó con un aumento de empadronados en comarcas como el Alta Ribargorça. El Pont de Suert llegó a ganar  300 vecinos, que finalmente se han convertido en unos 150, según indica el alcalde, Jose Antonio Troguet. Precisa que, más que por el teletrabajo, hubo personas que se empadronaron en su segunda residencia por miedo de otro confinamiento. Según su opinión, el principal cambio en la comarca es que antes de la pandemia el turismo de verano “se concentraba en tres semanas de agosto”, y ahora dura los tres meses, además de muchos fines de semana de otoño.

"Aquí hago lo mismo que en el despacho de Barcelona"

Antonio Solà. Vecino de Riu de Cerdanya

Antonio Solà es vecino de Riu de Cerdanya desde el 13 de marzo del 2020, cuando empezó el confinamiento domiciliario. Hasta entonces vivía en Barcelona, donde trabajaba en una consultoría informática. En Riu tenía la segunda residencia desde el 2006. “Primero pensé que sería una cosa temporal, pero tengo claro que sigo viviendo aquí”, afirma. “Con un ordenador, un teléfono y buena conexión de internet ya tengo lo que necesito para ejercer mi profesión”, explica.

Es gestor informático de empresas y va a la capital “un par de días al mes”. Aquí puedo hacer lo mismo que desde mi despacho de Barcelona, hago reuniones telemáticas y me conecto con mis clientes desde un entorno privilegiado”, asegura. Pero no todo es fácil. “El invierno es duro y tenemos menos servicios, pero si lo pongo todo en una balanza, he salido ganando”, reconoce.

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